Es curioso. Mientras en las zonas metropolitanas los colores y las preferencias, pueden dividir a los grupos sociales y distraerlos de lo verdaderamente importante, en las zonas rurales: no. Así los huastecos son uno solo. Están muy lejos de desgarrarse las vestiduras por algo así.
Y no me refiero a lo en verdad primordial para ellos, su naturaleza. Estoy seguro que no escatimarían coraje y esfuerzo para resguardar la tradición misma. La reacción sería inmediata, al sentirse amenazados por alguien que intentara quitarles lo que les pertenece por derecho de identidad.
En lo citadino nos aparece nueva la frase: El fin justifica los medios. Y parece no conocerse, que: en la guerra como en el amor, todo se vale. Repito, me llama la atención porque tras la controversia de si el nombre de un festival u otro, podría cambiar la esencia de la raíz Huasteca. Las conclusiones resultan groseras.
Una de las impresiones gratas que me llevé hace años al ser invitado a participar de la fiesta del huapango en la Huasteca, en cualquiera de los seis suelos que abarca la comarca en el país, ha sido sin duda, su gente. En ella el gesto de camarería no se limita a buscar quedar bien con alguien o algo. Su frescura, su sencillez y sinceridad, pero por sobre todo el amor a sus orígenes, los pone a salvo de cualquier situación similar en la zona sur de Tamaulipas.
Después de leer los dimes y diretes de los grupúsculos que se llaman huastecos, sin tomar en cuenta a los huastecos; me tranquiliza que son ellos los que menos tienen “vela en el entierro”, pues se mantienen -más que al margen-, observantes, serenos y tranquilos.
Ellos, los verdaderos amantes de la tradición, esperan el siguiente encuentro de las seis formas que ha adoptado el huastequismo y su homenaje a través del huapango, el baile tradicional y el lucimiento de su pertinencia y autoctonidad.
Sé que falta mucho para que cuaje esta fiesta en una zona urbana, no es fácil, pero creo que se debe seguir procurando. Lo más importante es que los huastecos siguen abrazados, unidos en esta intención. Porque éste territorio ya no tiene límites.
Que vengan más Tanquian de Escobedo, Citlaltepec, Tepetzintla, Tamalín, la Fiesta a Santa Cecilia y la Fiesta del Huapango de Amatlán y muchas más, donde yace verdaderamente amor a la huasteca. ¡Que venga el huapango!