Política

Ahora resulta que eso no fue democracia

Vaya una sincera felicitación a todos los ciudadanos que acudieron a sufragar el domingo pasado y a quienes fungieron como funcionarios de casilla en la jornada electoral del domingo. Ambos, dejaron testimonio de su responsabilidad cívica y compromiso con la democracia. Sin embargo, nos quedaron a deber: los líderes partidarios y candidatos (que, como siempre, salen a proclamarse vencedores); una de las candidatas (cuando un día reconoce su derrota y después sale con que “dijo mi mamá que siempre no”); y los organismos electorales (especialmente el IEPC Jalisco) con el retraso en la publicación de los resultados.

Pero, eso, digamos es lo menos. Lo más inquietante es descalificar los proyectos o acciones de gobierno por los que una  abrumadora mayoría se pronunció, por provenir de “la chusma” y considerarlo “equivocado”, o hasta atentatorio a la (su) democracia. Mario Vargas Llosa, hace tres años expuso su teoría de que (en ocasiones, no siempre) el pueblo “vota mal” (obvio, cuando el resultado no gusta o no favorece). Aquí entonces surgen las preguntas: ¿qué es entonces la democracia, ¿qué es “votar bien”, qué es “votar mal”, y quién define eso? Esto, cimbra los fundamentos de la democracia contemporánea, con sus partidos, elecciones y sufragio universal. Empero, quienes lo critican no cuestionan eso y convocan a debatirlo. Simplemente lo critican porque ese proceso de adopción de decisiones no les conviene, o no fue de su agrado.

El pasado día 2 también se expresó con crudeza una verdad: en México no existe oposición, ni cultura de la oposición. Si con la reforma de 1977 se formó un sistema de partidos que no teníamos; hoy se precisa de una reforma para formar oposición, que incluya una Ley o Estatuto de la Oposición, en el que se establezcan derechos y prerrogativas, pero también obligaciones. Ya no se puede continuar así. Piénsese que en ocasiones la continuidad de la clase gobernante no deriva de su propia legitimidad, sino de la ausencia de una oposición confiable, profesional, responsable y creíble para sustituirla. Con mucho la supervivencia y calidad de una democracia depende de la calidad de su oposición. 

El mandato, es la tarea o encomienda que se otorga a los representantes a través de las urnas. El domingo pasado los electores, de manera consciente y  racional, así lo hicieron. Todo mundo lo sabía, nadie fue engañado.  La mayoría en las Cámaras es para cumplir ese mandato. Esperemos se haga con mesura,  fomentando la concordia y sin asustar a los mercados.


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Javier Hurtado
  • Javier Hurtado
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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