En estos días, México cumplirá 25 años de haber ingresado a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), siendo el primer país latinoamericano en hacerlo. En este cuarto de siglo, nuestra realidad y la del mundo entero ha cambiado dramáticamente; si bien en ese entonces tratábamos de abrir un camino hacia el libre comercio y la globalización, hoy nos urge mostrarnos como un destino confiable para los visitantes y las inversiones.
Es fundamental entender que, para caminar hacia adelante, tenemos que hacer equipo con la comunidad internacional. Aunque muchos no lo crean,los resultados de la cooperación internacional, la apertura y las políticas públicas basadas en evidencia se están traduciendo poco a poco en mejores niveles de vida para los grupos más desfavorecidos del planeta. Hacia allá debemos apuntar si queremos que el bienestar sea una realidad para los mexicanos presentes y futuros.
Recalco, es esencial ser parte del diálogo mundial. Con el intercambio de buenas prácticas, destaca la importancia de generar un modelo de trabajo incluyente, que atienda a los grupos vulnerables a fin de superar la falta de desarrollo, la pobreza y la desigualdad. Del mismo modo, debemos garantizar el Estado de Derecho y el cumplimiento de contratos para que más países apuesten por México, tanto en el sector financiero como en la construcción de infraestructura. Al final del día, la cooperación es clave para evaluar nuestros planes y objetivos.
México es un país que ha transitado con dificultades estos últimos 25 años. Desde la inestabilidad macroeconómica y la falta de diversificación productiva, hemos avanzado con reformas, mesura en el manejo de las finanzas públicas y una gran promoción de nuestros atractivos. Si bien falta mucho por recorrer, hay que reconocer que en varios rubros estamos mejor que entonces. Por ello, no hace falta querer tirar cosas que funcionan, y por el otro lado, sí hay que redoblar el paso para extender el desarrollo a los grupos más vulnerables, quienes por años han sido apartados del mismo.
En un mundo en donde recuperar la confianza significa mantener la estabilidad a partir de gobiernos eficientes que construyen, pareciera que el reto para México está en conjuntar la necesidad de avanzar en la lucha contra la pobreza con mantener la credibilidad en nuestras instituciones y aparato económico. Si la presente administración federal quiere sentar las bases para una nueva forma de gobernar para la gente, tendrá que encontrar la manera de hacer funcionar esa combinación. No hay más tiempo que perder. Es hora de empezar a recuperar la confianza de inmediato.