Después de tomarse su foto con el expresichente Jelipillo en un intercambio de desprestigios, mi Xóchitl de toda la vida fue a aventarse su rollo frente a un nutrido público de 18 personas en Madrid al que solo le faltaron violines telenoveleros por el nivel melodramático que le embadurnó a su narrativa vistimista. Nada más faltó que se pusiera a hacer gelatinas mal cuajadas para luego venderlas en la Plaza del Sol.
Eso mientras repartía a través de su fanaticada cursi, encuestas mega patito donde prácticamente ya empató a Claudia Sheinbaum, que casi casi ganó sola el Super Bowl y que Lady X es la verdadera novia de Travis Kelce y no Taylor Swift.
Qué necesidad de hacer el ridi, sobre todo si en el 99% de las encuestas la ponen entre treinta y cuarenta puntos abajo hasta abajototota, y que están más acreditadas que las de sus amiguis de México Elige. Es que están hechas a pie de casa y no por teléfono en la muy panista colonia Del Valle. O sea, si solo la Rabadán y Rivapagliacci le creen a Lady X que no tiene nada que ver con carteles inmobiliarios, menos le van a creer que es más popular que la Bichota.
Tampoco le sirve de nada todo ese arsenal de fake new que ha desatado en las redes con etiquetas como #Narcopresidente, pues solo se sostienen por el billete que le han invertido y que se potencializan de manera más artificial que los reportajes de Tim Golden y de Anabel Hernández. Algo que tendría algún efecto si no estuviera colmada de ira como la que encarnan Claudio XXX o Georgie Castañeda que tienen más muina que sinapsis.
No se ayudan los del Xochilverso, y menos tratando de hacerle la ley del hielo a Carlos Slim solo porque comparte la visión de AMLO sobre los organismos autónomos, el poder judicial, y sus revelación de que no se ha beneficiado en los negocios por su relación con el presidente (las concesiones que tiene son de la época de Calderón y Peña quienes echaron a perder Pemex). Bueno, ni siquiera le han dado permiso para la televisión abierta. Y ya lo de la exigencia de que le cobren más impuestos a los ricachones ha de haber calado hondo.
O sea, la señora Gálvez debería salir de su mundo de caramelo y ordenarles a sus esbirros que dejen de decir que la Cuatroté quiere acabar con la propiedad privada que es como chiste de Polo Polo (pior que el de Taboada aseguran que hay rusos hasta en los tacos de suaperro, e irse a dar una gira por Iztapalapa para reparar el daño clasista que dejó Denise Dresser.
