En un acto absolutamente humanista, la distinguida y fina Xóchitl Gálvez le rinde un homenaje a su Yoda, guía y maestro, Vicente Vox. Si el marido de Martita es un peligro para la ortografía, la Señora de las gelatinas se convirtió en enemiga jurada de Pitágoras, a pesar de su condición de ingeniera. Y es que resulta que, ante el cuestionamiento sobre la situación de sus empresas, ella alegó que no le debe nada a nadie, que es buena, santa y pura, y explicó: “Tengo el 80 por ciento, mi hija el 20 y mi marido el 30”. Con razón hizo de las gelatinas terciopelo. Solo por eso se le perdonan los conflictos de interés, los bisnes que construyeron lo que las malas lenguas denominan su propio cártel inmobiliario, y el tráfico de influencias.
Por eso aplaudo que, frente a la adversidad, en vez de aportar pruebas se haya puesto a llorar. Una maravilla, pues, con lágrimas en los ojos, se pregunta por qué el Presidente la odia, si lo único que quería era sacar a su madre de la pobreza. Y ya en el azote, asegura que su declaración patrimonial da cuenta de todos sus bienes, aunque malvadas investigaciones periodísticas demuestren que se le olvidaron algunas cosillas sin querer queriendo.
Un melodrama ranchero que solo se puede comparar con el de Chayito Robles, que en un tuit armó un culebrón tipo “Muchacha ex marxista viene a casarse”, para declararse perseguida política, algo que casi no han manoseado los prianchuchistas: declararse “perseguida política”, en el tono de Chachita llorando en la tumba del Camellito en Nosotros los pobres.
Gracias a ese ejercicio de sobreactuación me di cuenta de que, en nombre del espíritu democrático —como Brozo y Trujillo—, Chayito me tiene bloqueado en Twitter. Esto me duele porque no puedo solidarizarme con ella, sobre todo cuando como ahora se lamenta con amargura porque dice que en la cuatroté la tienen boletinada, que no puede sacar créditos y que, lamentablemente, no puede ir de shopping al Palacio de Hierro. No se vale.
A manera de sugerencia, me parece que para competir con los documentales tan en boga de Paco Stanley, La Mataviejitas y La Narcosatánica, alguna televisora debería producir una telenovela con #Lady1000millones y la señora Chayito que se llame Sin estafas maestras no hay paraíso, sería exitosa. Casi tanto como las luchas en lodo que se van a aventar la Rabadán Chabadabadán y el Santi Taboada del cártel inmobiliario del PAN por la candidatura de Ciudad de México. ¡Pasumecha!
