Ya no se sabe qué les genera más paranoia (the destroyer, cantaban los Kinks) para la ultraderecha whitexican: los acordeones en las votaciones o los viajes turísticos de izquierdistas que vayan más allá de Chimalhuacán. Pero lo que sí entusiasma al sector opositors es la lucha por el premio al más misógino, machín y racista del año, en una batalla que está que arde. El Chicharito se descuelga por la banda ultraderecha, sin hacerse cargo de sus atávicos y medievales conceptos sobre el eterno femenino; el monaguillo con alma de cristero, Verástegui, demostrando que lo macho exacerba lo mocho y viceversa. Ambos unidos por una idea, que las mujeres sean femeninas nunca feministas, y que sostengan el nivel foxista de lavadoras de dos patas. Desde su lado más arcaico y chicharístico, mi Tatanka Lorenzo Córdova se pone bien machomenos porque le andan diciendo que es más racista que Lady Racista, cuando en realidad es más fan de Lady Polanco.
Me cuentan que hay gente muy malvada que quieren que el próximo ex jugador del Rebaño sagrado reciba una especie de terapia para que se le quite lo sanbuey: lavar y planchar ajeno en la Minerva de Guadalajara, donde la única escapatoria sería metiendo un gol, lo cual está perrón. Todo al ritmo de “Es un machito tóxico, de esos que van por ahí”.
Claro, para machito tóxico de clase mundial mi Donald Trump que, a través de Marco turbio, digo Rubio, se solidarizaró con el Calderón colombiano, es decir, Álvaro Uribe, el imperfecto ultraderechairo latinoamericano. Esto habla bien de Trump que mantiene aquella máxima de Roosevelt sobre el dictador Somoza: “Sí, es un hijo de perra, pero es nuestro hijo de perra”. Una manera clásica de referirse a los que no sólo son sus aliados, sino prácticamente sus mascotas en la imposición de medidas económicas, autoritarismos manchados y el típico saqueo de los bienes nacionales. Aquí cabría decir que Trump no se ayuda con la defensa a ultranza de Uribe, tomando en cuenta todo el desprecio planetario que se ha ganado por apoyar a Satanyahu, el señor de la hambruna en Gaza.
De la misma manera en que no puedes tener dos amores ni besar en dos bocas, no debes darte permiso para proteger a dos dictadores al mismo tiempo, aunque tú seas también un dictadorzuelo palpatinesco.
De la solidaridad calderónica con Alvarito mejor ni hablamos. Fue tan ridículak, que un árbol aplastó la estatua del expresichente en Los Pinos a causa de la lluvia. Me dicen que lo único que salvó fue el pomo.