Política

Justin Trudeau, ese populista

Todos tenemos un departamento en Miami y una casa en Las Lomas, aunque sea en la cabeza. Por eso gente como Alejandra Barrales, presidenta de un partido de auténtica izquierda heredera de las glorias del red set, el mil veces heroico PRD chuchista-pactista-lenonista, es señalada por los envidiosos y los cuenta chiles que no se comprometieron con el lucha-lucha-lucha, no dejes de luchar y por eso viven en la inopia y el resentimiento social.

Todo esto seguramente forma parte de un compló internacional de aquellos grupúsculos autoritarios del marxismo vintage que cree que en el capitalismo salvaje se pueden vivir bajo las normas y principios del comunismo primitivo. Digo, nada más hay que echarles un ojo a muchos de los viejos camaradas del Partido Comunista que viven como si fueran charros sindicales o consejeros del INE que no disparan ni en defensa propia.

O sea, de qué sirve tanta lucha combativa si no puedes darte un pequeño departamentito de interés social, sin que los nostálgicos del maoísmo y el trotskismo se pongan como Esteban Arce frente a una pareja gay, o como Eduardo Yáñez ante un reportero que no le besa las patas.

Digo, no podemos ser tan esquemáticos como para obligar a los líderes de izquierda a que lleven una
existencia frugal y aburrida, sin shopping ni acumulación ordinaria de capital.

O qué, ¿acaso aspiramos a que el izquierdismo colaboracionista y chuchista sea como Justin Trudeau que, sin medida ni prudencia ni clemencia, justo en medio del acoso sexual al que fue sometido por nuestr@s Harvey Weinstein mexicanos que por poco me lo violan, aplicó el quitarrisas cuando alegó, frente a la élite empresarial, que son un poco marros —solo un poco—, y el aparato financiero y político que los cobija, que sin aumento de salarios el TLC no tiene sentido.

Por un momento pensé que el canadiense iba a obrar el milagro de unir al matrimonio Zavala con El Licenciado Peña, junto con Ricky Ricón Anaya y los RBD del PAN, más el dotor M-e-a-d-e y Videgaray para que al unísono le gritaran: ¡Maldito populista!

Sí, no se vale, por poco mata de un coraje a los profesionales de la explotación del hombre por el hombre y a los viejitos de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, que desde los tiempos del Obrero Mundial traen al proletariado con salarios de miedo.

Ojalá que doña Alejandra abra en su casa de Las Lomas un albergue para damnificados del temblor y de Mancera, para taparle la boca a sus críticos de pacotilla.

jairo.calixto@milenio.com

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Jairo Calixto Albarrán
  • Jairo Calixto Albarrán
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  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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