Como si la Opo no estuviera chapoteando suficientemente en su propio caldo de oso, aparece mi Tatankita Lorenzo Córdova para hacer un berrinche de los que acostumbra con el fin de exigir que borren de los libros de texto un bonito e inspirador pasaje que habla de su proverbial clasismo. Por alguna extraña razón no le gusta que sus ejemplares comentarios donde se mofó del representante de los pueblos indígenas con referencias a Toro, el eterno acompañante del Llanero solitario, de una manera bastante vulgar y obscena. Hasta parecía chiste de Brozo. Por eso se ganó el mote de Tatanka, en referencia a la película de Kevin Costner, Danza con lobos.
Todo indica que Córdova, el que experimenta severas nostalgias de cuando era el mirrey de todo el INE, quiere seguir el camino revisionista de Kike Krauze y borrar ese pasaje tatankesco que tanto le incomoda para construirse una especie de biografía perfecta. Lo que no parece entender mi Lorenzo es que quizá ese momento sea el menos bochornoso de su vida. Sobre todo si evocamos la manera en que dio el volantazo, con una pequeña ayuda de Murayamasamí y Quenotehagabobo Edmundo Jacobo, para que el INE se fuera directamente a la derecha y se pusiera al servicio de la oposición prianista. Lo del tatankismo es para avergonzarse, pero lo otro fue un sketch sobre cómo convertir a la democracia en un simulacro. Bueno, hasta les cedió los colores a los opositores cuando estaban aferrados a que el #INENoSeToca, no se diga su incondicionalidad, en su calidad de gusano barrenador de sí mismo.
Seguramente Krauze está preparado para compartirnos que, después de unas sesudas reflexiones, llegó a la conclusión que Lorenzo Córdova merecería ser el nuevo Papa y que debería de ser por lo menos elevado a la categoría de santo. Ah, y siguiendo esa misma lógica reguetonera-revisionista a la recurrió con Zedillo para llamarlo heredero del 68, que es el nuevo Vicente Guerrero.
Lorenzo, gran xochilista, debe estar muy orgulloso de su candidata fallida porque ahora peluseó como él lo hubiera hecho, a quienes voten en la elección judicial.
Este numerazo azo azo de mi Tatankita solo se puede comparar con el de Colosio Jr. que, en una entrevista con Alazraki que no podía estar más a modo, en resumen declaró que la semana laboral de 40 horas estaba muy mal, porque así no se podría explotar a gusto al proletariado. Y luego, en plan de estadista furris, casi pide que lo hagan presidente solo por su apellido.
