El otro día estaba viendo en el Instagran cómo el conocido “Diablillo” de Juego de Tronos, mejor conocido como Tyron Lannister, encarnado como todos sabemos por Peter Dinklage, aparecía pasándola a todo dar consigo mismo y no era un doble de cuerpo. Ya luego supe que, a través de una herramienta de la aplicación, puedes multiplicarte las veces que quieras hasta que la gente pueda jurar que, al igual que el también intérprete de Hervé Villechaize (el Tattoo de La isla de la fantasía que es como Va por México, pero donde Mr X no tiene la gracia de Ricardo Montalbán), estabas cotorreando con tu Yo, tu Superyó y el Ello al mismo tiempo. Esto es lo que pudo haber alegado David Monreal, el candidato morenista que aparece en un video manoseando a otra candidata a presidenta municipal durante un acto de campaña (ella afirmó que nunca le faltó al respeto), que su imagen fue usada por sus enemigos para ponerlo en esa enojosa situación. Incluso pudo haber recurrido a un análisis del material para demostrar que fue manipulado y reforzar su tesis de que él nomás iba pasando por ahí y que si hubo tal roce fue sin querer queriendo.
Es decir, una tesis más sólida que le calme los ánimos fakeministas a Markitititititititito Cortés que ya va en la neymariña invertida y al expresichente Jelipillo que le volvió a salir lo feministo. Todo mientras, en un acto nada narcisista, acusó a López Obrador de estar obsesionado con él (¿y tú qué hora traes, papá?). Es lo malo de tener paranoia al revés y creer que todo el mundo quiere tu narcoguerra. De hecho, fue bonito verlo en su gustada sección “Kill ‘Em All!!!” donde afirma con la mirada desgobernada que volvería armar una nueva carnicería en su afán de ser como el hiperviolento Jack Bauer de la serie 24, pero de petate, exigiéndole a los gringos “All the toys”. Y de paso defendió a Chiflano Aureoles, amo y señor de la tolerancia y el humanismo.
Como quiera que sea, si David Monreal no hubiera perdido la batalla contra el estrés y en vez de reaccionar con tanto coraje como suelen hacerlo Cabeza de Buey y el Duque Alfaro, tendría que haber explicado que esas mañas tristemente las aprendió en la tele viendo cómo manoseaba y cosificaba Brozo, el Trujillo tenebroso, a sus edecanes. Y también por cómo el fakeminismo ha defendido a Catémoc Gutiérrez, el que convirtió el PRI en su leonera.
Así hasta se organiza una coperacha para la terapia de choque don Daivid.
Jairo Calixto Albarrán
