El proceso electoral de Morena dejó varias lecciones. La primera, que la democracia es mil veces mejor que los dedazos a los que ha recurrido el PRIANChu para empujar artificialmente a Xóchitl Gálvez, que terminó siendo lo que es (que nomás no levanta y que sin querer queriendo renegó de Alititititito Moreno, su patrocinador), o a Santiago Taboada, que harto heteropatriarcal y machín, se quedó con la candidatura de la Ciudad de México, echando del camino a la Rabadán y a Liosa Limón. Así son los subgerentes del Cártel Inmobiliario del PAN.
La segunda, que la Cuarta transformeichon tiene que ser desde la izquierda y que la ruta es Clara. Pero no solo eso: que hay que escuchar a la clase y media en todas sus vertientes, un sector que por muchas razones se siente olvidado.
Por un lado porque le han hecho creer que ni se les ve ni se les oye, a través de los mensajes de todas las camarillas de desinformadores y de medios de comunicación corporativos que se han encargado de establecer ese criterio desde el melodrama telenovelero de que México se va a convertir en Venezuela.
Antes de que los olviden —como Lady X, que se le acaba el discurso, no puede ni improvisar y dice cosas como “hambre de sed y de justicia”—, la Cuatroté tiene que mantener los apoyos a los más necesitados, víctimas de los abusos del PRIAN. Y explicarles a los clasemedieros que si se atiende a los menos privilegiados esto redundará en un mejor estado de vida no solo para ellos, sino también para las clases que tienen mejor situación económica. Ninguna franja social está aislada de la otra. Y tanto Claudia Sheinbaum como Clara Brugada deben asegurarse de poner en el discurso y en la realidad a la clase media.
La democracia en Morena nos dio otra lección: que ya no estamos para los ridis de Marcelo Ebrard, el papá del Checo Pérez o Nacho, que se creían los dueños de una candidatura por decreto. Ahí sí no hay duda de que Omar García Harfuch dio un ejemplo nítido de estatura política. Tanto, que a los que lo hemos criticado, nos dejó con un palmo de narices.
Hay que tender puentes con las clases medias para que no caigan en las trampas derechosas de personajes como Vicente Fox o Felipillo Calderón o Mario Vargas Llosa, que recargándose en este clase de pensamiento retardatario y reaccionario, dizque empoderando a las clases medias que en el fondo les valen gorro, empujan a personajes de la talla inmoral, pedorra y canallesca de Javier Milei en Argentina.