Se entiende que al momento de hacer un movimiento como el de Morena se haya tenido que ver en la penosa necesidad de abrirle las puertas a toda clase de personajes siniestros que claramente te iban a traicionar. El caso de Kinky Téllez, Germán Martínez y Carlos Urzúa es emblemático por la manera en que se pusieron a cantar la de hablando de derechosos y traiciones, se fueron apañando las curules. Lo de Monrealismo fársico fue otro penoso momento cuando hizo todo lo posible por torpedear las propuestas de López Obrador. Lo de Sergio Mayer fue un choucito bastante ridi, casi tanto como el uniforme de Khaba con el que se anda paseando.
Pasado el tiempo ya era como para que hubieran puesto en Morena el letrero de “No se recibe cascajo”. En ese sentido tenemos a Hugo Erick Flores, líder del dos veces desaparecido PES, dueño de un pensamiento harto retardatario nivel Verástegui (que se ha puesto a nivel muy patibulario contra la presidenta Sheinbaum), que ahora desde Morena anda en plan cristero pasándose por el Arco del triunfo el espíritu laico que le debe dar diarrea cuata. Que alguien le explique que desde la izquierda no se pueden hacer las cosas, a riesgo de que Juárez y Marx te jalen las patas azufrosas en la noche.
O sea, maravillas para documentar el folclor político pero que, la veldá veldá, dan un poquito de comezón en las zonas blandas.
Suele decirse que hay que abrir el movimiento a quien se quiera incorporar, venga de donde venga. No está bien el sectarismo. Sin embargo, tampoco estaría mal aplicarles a estos personajes que vienen del vientre de la serpiente de cierto mar, ay, de serpiente sueño yo, un denso proceso de educación izquierdosa: que se aprendan La Internacional, que reciten a detalle El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre y que se desprendan de sus símbolos de status para repartirlos entre el proletariado sin cabeza. Eso, unas lecturas a conciencia de José Revueltas y unos meses en las comunidades. Ya si pasan esa prueba, bienvenidos.
Lo de Mario Delgado, por ejemplo, supera cualquier fantasía. Mira que desde la Secretaría de Educación emprender la lucha contra la chatarra con un pequeño apoyo de los fabricantes de chatarra. Les digo, es como si lucharas contra el analfabetismo con las contribuciones de Vicente Vox y Tumel Chorres, o que enfrentaras una batalla contra las noticias falsas y buscaras la asesoría de Calderón, la dotora Dresser y Raymundo Rivapacho.
Así no se pinchis puede.