Las mujeres migrantes que pasan por las rutas migratorias del centro de México, entre ellas, las que en algún punto tocan el estado de Puebla, son víctimas de diferentes tipos de violencia, desde la sexual hasta la psicológica, pasando por la de género.
El endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos y hasta de México, se traducen en un aumento de agresiones contra los migrantes y, sin las mujeres en situación de movilidad las que están enfrentando las mayores complicaciones.
Las mujeres migrantes viven en medio de la violencia. Desde su hogar, las mujeres son víctimas de agresiones, situación que se traduce en factores para decidir dejar su lugar de origen en busca de mejores condiciones de vida.
A lo largo de su trayecto hacia Estados Unidos, las migrantes, entre ellas, menores de edad, son víctimas de diferentes tipos de violencia y el riesgo de que sean violadas está latente a lo largo de todo el camino.
En su análisis “Humanitarismo: gobernar la movilidad y género”, Almudena Cortés Maisonave, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid, resalta que, en el mundo, el endurecimiento de las políticas migratorias afecta la vida de los migrantes y hace necesaria la intervención humanitaria.
Al mismo tiempo, en medio de las agresiones contra las mujeres, el modelo patriarcal en las fronteras se mantiene, lo cual, se traduce en que la violencia de género sea una realidad que sufren las mujeres durante el recorrido.
En sus estudios, la especialista del Departamento de Antropología Social y Psicología Social de la universidad europea resalta que para las mujeres resulta complicado legitimar los hechos de que son víctimas; además, la situación de ellas es más compleja por particularidades de género no consideradas.
Los relatos de las mujeres migrantes revelan historias de violencia sexual y de género, en algunos casos, ante de salir a manos de su pareja; mientras que, durante el recorrido, los agresores llegan a ser los traficantes de personas, otros migrantes, policías y militares.
En conclusión, es lamentable la situación que viven las mujeres porque se trata de episodios de violencia procesuales cambiantes: cambia el victimario y el contexto, pero no la víctima.