El cobro ambiental de haber pospuesto la verificación vehicular en Jalisco por el gasolinazo en enero pasado nos llegó antes de los que creíamos.
Los pocos vientos que se han registrado, las intensas jornadas de sol y las consecuentes alzas en la temperatura se combinaron y contribuyeron a disparar la polución hasta superar el lunes pasado los 200 puntos IMECA. Esa contingencia debió disparar acciones contempladas en la fase II de emergencias ambientales, como el paro de obras, industrias y sacar de la circulación al 90 por ciento de los vehículos. Ninguna de esas acciones se ejecutó, sin que haya explicaciones y deslindes de los responsables de esa grave omisión.
Como se recordará, el gobernador Aristóteles Sandoval presentó los primeros días de enero un paquete de 5 medidas para mitigar el impacto económico del aumento de precios de combustibles en México, donde se incluyó postergar el inicio del nuevo programa anticontaminante para evitar sumar al gasto familiar el cobro de los verificentros y los hologramas.
Comenté aquí entonces que si bien era una muestra de sensibilidad política del gobierno estatal, no era ninguna buena noticia para el Área Metropolitana de Guadalajara por los agudos problemas de contaminación que padecemos desde años y que tan solo en 2016 se expresó con el rebase de los índices de polución permitidos en estándares internacionales cada tercer día.
Esta decisión de posponer hasta el 2018 el arranque del nuevo modelo de verificación implicó ampliar el retraso de más de tres años en este programa para cuyo diseño se hicieron inversiones millonarias para la contratación entre otras cosas de la asesoría del Centro de Estudios del Nobel Mario Molina y del Instituto Mexicano del Petróleo.
Para colmo, la crisis ambiental que sufrimos esta semana se agravó porque al aplazamiento de la nueva verificación se sumó por negligencia, la casi desaparición del viejo modelo al grado de no publicar el calendario de verificación para los automovilistas, lo que implicó que ese agónico viejo sistema que nunca pasó del 40 por ciento de cumplimiento cayera al 10 por ciento.
Ante estos episodios inéditos de contaminación y de las cada vez más frecuentes contingencias ambientales es urgente que en el gobierno estatal replanteen, de entrada, los plazos para el arranque o la intensificación de la vieja verificación, y de las líneas de mando y comunicación para hacer efectivos los protocolos que contempla cada fase de emergencia.
Pero también la puesta en marcha de las acciones que desde la suspensión de la nueva verificación se anunciaron como las estrategias de sensibilización a los jaliscienses de "los efectos del cambio climático y la necesidad de mejorar el aire", como la iniciativa para implementar el transporte escolar obligatorio, que se contemplaba como una medida alterna y que tampoco arrancó. Urge que el tema se priorice. Insisto, nos va la vida en ello.
jaime.barrera@milenio.com
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