Por razones de negocios me vi en la necesidad de viajar a Monterrey, el viaje fue muy rápido, ni llevé maleta, sin embargo, las decisiones a tomar eran de tal importancia, que afectaban mi futuro de manera contundente.
Al momento de estar realizando la toma de decisiones, me enfrenté con mi realidad y me dije a mi misma: eres una superviviente.
¿Qué significa ser superviviente? Sobrevivir a una situación desastrosa…
En ocasiones la vida, las circunstancias, nos van llevando de inicio, de manera lenta a un laberinto, donde conforme pasa el tiempo, se nos olvida como nos fuimos involucrando en una situación tan compleja y a su vez caótica.
Yo lo viví con una enfermedad, el cáncer en un miembro de la familia nos enferma a todos, el ser cuidador de un enfermo terminal nos mueve el corazón de forma tan intensa, que nuestra escala de valores cambia.
Ya no ves la vida igual, más si estás consciente, que ya fue tu abuelo, luego tu mamá, que la genética puede afectar, más no es determinante; un doctor que atendió a mamá me dio una serie de recomendaciones, dibujó una matriz con variables en su interior, entre ellas estaban: cuidar la alimentación, evitar rayos x, no fumar, usar bloqueador solar, entre muchas otras, más la que más llamó mi atención fue cuando me dijo: perdonar.
Entonces comencé a investigar acerca del perdón.
Leí artículos, vi videos, conversé con personas y llegué a la conclusión, que las situaciones difíciles nos enseñan y aprendemos a solucionar y avanzar.
Que las personas que nos dañaron son maestros que nos mostraron nuestras áreas débiles y a su vez, aprendimos a guerrear, con estrategias, sin revanchas ni golpes bajos.
Que el mayor competidor y contrincante es uno mismo.
Que es importante ver con qué cuentas y con lo que cuentas de forma realista: haz tu vida.
Las situaciones dolorosas, dejarlas atrás y seguir hacia adelante, la experiencia obtenida de manera práctica utilizarla para redefinir tus metas y no ver hacia atrás, ya que de hecho, ya no hay retorno…
Poco a poco, fui aprendiendo de la flexibilidad del bambú, la apliqué a mi vida y el adaptarme a las nuevas situaciones fueron la forma de salir adelante.
La persona que inició el proceso es muy diferente a la persona que resultó y aprendí a enfrentar la realidad de manera distinta, los atajos, las mañas, no forman parte del proceso actual y la agilidad mental es la que se acelera conforme el tiempo pasa.
El perdón vino por añadidura, lo que era necesario era el resolver, el arreglar y continuar y comprendí que las acciones que había que perdonar incluso de uno mismo, eran el resultado del grado de conciencia que se tenía en ese momento en la vida, así que aprendí más a comprender y menos a juzgar…
Ya que cada quién tiene un grado de evolución distinto y que lo que es fácil para uno quizás es difícil para los demás y viceversa…
Comprendí que la unión, el equipo, el amor y el perdón, van de la mano, que al comprender a los demás nos comprendemos a nosotros mismos: desde el amor y con amor.