“…Hemos romantizado el tener una presidenta, convendrá anticipar ‘el regreso’, tengo temor a una reforma electoral que desaparezca todo lo ganado, que las mujeres apelen a los “méritos y no a la paridad”, que los partidos decidan ‘libremente’, a eso le tengo temor, el patriarcado sigue, e incluso, más fuerte ahora…
No hemos roto el pacto patriarcal, requerimos más alianzas entre nosotras, ellas que deben de asumir y entender que su llegada tiene que ver con otras mujeres…”
Una mujer presente en la historia de otras
Para esta entrevista nos encontramos a las 9:00 de la mañana de un viernes en el espacio donde actualmente se desempeña como legisladora federal, “San Lázaro”. Fui recibida por Mario López el diligente y atento coordinador de medios de Patricia. Juntos caminamos a una oficina que presenta en el orden, discreción y símbolos a la entrevistada. Al centro, destaca un cuadro que anuncia filias de la legisladora colores y elecciones, incluye a mujeres notables en distintos ámbitos, Sor Juana Inés de la Cruz, Frida Kahlo, Rosario Castellanos, entre otras. Sobre un escritorio perfectamente ordenado algunas artesanías y libros seleccionados, un orden material que delata la organización y estructura mental que ha distinguido en acción y discurso la trayectoria de la hoy legisladora.
No puedo omitir las emociones que me acompañaron esa mañana, escuchar el saludo inicial de Patricia me remitió al año 2006, mi memoria auditiva se trasladó para reconocer el timbre de voz de la entonces candidata presidencial que nos atrapó a una generación de mujeres jóvenes que le escuchamos posicionar con habilidad e inteligencia en debate, en televisión abierta a nivel nacional como era entonces, una agenda de derechos humanos que sacudió las narrativas hegemónicas y sentó las bases del México del presente.
Una elección presidencial donde nos encontramos mujeres de todo el país con Patricia Mercado, quien hizo de esa elección del 2006 un capítulo toral en la historia del llamado tiempo de las mujeres.
“…Yo fui candidata para nombrar, me pedían que dejara de hablar de drogas, de aborto, de homosexuales, me sugerían que hablará de otros temas. Mi respuesta a esas voces era ¡yo fui candidata a la presidencia para hablar de estos temas!, eso es exactamente lo único que no voy a callar para que alguien me dé el voto, si me lo dan que sea por estas convicciones…”.
A casi veinte años de su participación como candidata presidencial hoy define el tiempo de las mujeres como el hecho de que las mujeres podemos estar y dar mejores resultados ¡este es el ánimo y esperanza social! Mañana eso se puede acabar.
El destino de una Castro
Originaria de Obregón, Sonora en su etapa adolescente Patricia Mercado alberga los primeros recuerdos sobre sus inquietudes que la acompañaran el resto de su vida, el sentido de la justicia social como una aspiración y una exigencia.
La mayor entre cuatro hermanos es una mujer con una carga genética que la explica en su conjunto. Del lado paterno del lado de Jalisco, el apego a las convicciones como rasgo distintivo. En el linaje materno, del lado de Gela su madre, destaca la fortaleza, “en las mujeres Castro los hombres deambulan alrededor, las mujeres sentadas en mesa principal, la conversación, el humor corría a cargo de nosotras.
La formación con monjas, la enciclopedia británica, una maestra de economía son los elementos que nombra en orden para explicar su proceso de despertar en la formación de consciencia y la noción de la otredad. La primera reunión con los trotskistas, escuchar por primera vez el Frente Nacional por los Derechos de las Mujeres. Un año después con otras mujeres va a participar de la formación del Grupo Autónomo de las Mujeres Universitarias, espacio antecedente de programas de género universitarios, “...este fue un momento clave para nombrarme feminista…”.
El ingreso a la universidad, la UNAM, será la etapa definitoria. Debates en aulas, exposiciones de personal docente con perfil crítico, sus acercamientos a la vida militante desde sociedad civil y partidos políticos.
“…Mi primer acercamiento con feministas se da en esta etapa, la ruta fue el estudio, las lecturas, problematizar y entender lo que estaba pasando en la vida de cada una…Y entender qué esto que ocurría con nosotras en lo individual estaba relacionado con la cultura…”.
Eran los años donde los debates sobre la despenalización del aborto, el feminismo, diversidad sexual estaban en la mesa del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) del que ella era activa militante. A los 22 años participará en Italia en representación del partido, una experiencia que avivará en sus fueros internos causas y exigencias. Derivado de su vida militante, hará una pausa de la licenciatura de Economía, de forma reciente ha obtenido el grado, hablamos de más de treinta años después. Esto último también es una muestra de su talante.
“…Mis convicciones me hacían tomar decisiones, no soy una rebelde, hasta la fecha. Más bien yo me considero como obediente, militante así atendí las instrucciones, pausé la universidad y me fui a las fábricas donde trabajaban mujeres…”.
Es en esos años ocurrirá el gran temblor que sacudirá a la ciudad de México, su presencia en sitio con las mujeres trabajadoras es lo que le permitirá articularse con organizaciones en su defensa. Será el movimiento obrero su ruta al feminismo, la bandera elegida: los derechos de las mujeres trabajadoras.
Desde esta “puerta” hoy ella nombra con la fuerza de la verdad: la violencia (hacia las mujeres) es una expresión, también, de todo lo que no tenemos. La violencia no es el resultado último, se construye desde un sistema precario.
Una feminista en la política
Una legisladora que cree en la disidencia, que asume incluso, que en algún momento de su trayectoria fue un cuadro de negociación del movimiento feminista. Una política con visión reformista que escucha y practica la empatía desde la otredad. La experiencia de la despenalización del aborto en ciudad de México y otros avances en las agendas de los feminismos de las que ella ha sido actora clave son testimonios vivos de la implementación de esas cualidades y estrategias que fungen como herramientas para desmontar las estructuras de la casa del amo, frase de la autoría de la también feminista Audre Lord.
“…Cuando las feministas decidimos incidir, participamos de espacios de poder, fuimos formadas para ello y yo siempre me mostré con esa disposición, una habilidad que asumo como una de mis principales fortalezas. Había que estar en la calle y en la mesa…”.
Patricia con otras mujeres decidieron ingresar a la política partidista a finales de la década de los ochenta, como movimiento feminista solicitaron su ingreso en el marco de la llamada “Reforma del Estado”, un partido hegemónico debilitado y la necesidad de replantear el rumbo del país y donde las mujeres, como ella y otras, decidieron y pidieron estar, la clase política nos veía, creamos organizaciones y luego partido, en este último espacio lo ganamos y lo perdimos todo.
En este punto de nuestra conversación percibo a una feminista autocrítica, baja el tono de su voz y espacia las palabras al reconocer que, si bien en algún momento resultó imperativa la tarea de abandonar la calle, institucionalizar la perspectiva de género, también reconoce que no se debió hacer por mucho tiempo, nos tardamos mucho en la mesa y perdimos mucho la capacidad de movilización.
“…Ahora el movimiento feminista joven no quiere sentarse a la mesa, esta en la calle, denuncia con rabia. No quieren sentarse a la mesa…Desde lo que yo hago, su activismo es un apoyo valioso…”.
Una feminista no mujerista que está convencida que se trata de un movimiento de todas las personas. Entre sus principales referentes Martha Lamas, Estela Suárez, Gina Vargas, Lucy Garrido, entre otras.
Lectora y docente, Patricia ha sido también maestra de muchas, se lo propuso y quiero imaginar que en el presente identifica el alcance de ello.
Una cuestión entre nosotras
Una mujer dueña de sí misma y de sus emociones, reconoce que no le es cotidiana “la emoción de la rebeldía”, aunque también identifica valiosas excepciones, el caso Cuauhtémoc Blanco es el más reciente.
Entre la disciplina y la rebeldía como atributos administrables para una mujer con una trayectoria como la Patricia llegamos en nuestra conversación a lo que ocurrió en esa jornada de finales de marzo donde se discutió el desafuero del también legislador Cuauhtémoc Blanco quien es señalado por presuntos actos de violencia. Una sesión que dejó para la historia una serie de intervenciones e imágenes que también deberán formar parte de la recuperación de la narrativa del llamado tiempo de las mujeres, una sección que bien podría llamarse “la ignominia”.
“…Para mí ese día fue muy fuerte, mis compañeros de la bancada me dijeron que nunca me habían visto gritar desde mi lugar en la Cámara, y efectivamente jamás lo había hecho, ni aquí ni en el Senado. El tema no era ver a Cuauhtémoc Blanco, porque a esos los ves todo el tiempo, sino el ver a muchas mujeres protegiéndolo…”.
En este espacio de nuestra conversación distingo a una mujer con la energía propia de la indignación y de la digna rabia, cada una de sus palabras son acompañadas por sus expresiones. El aire del espacio cambia, su tono de voz que no pierde cordialidad se torna enfático y sus dedos deletrean la vergüenza de lo que ocurrió aquél día en tribuna.
“…Son más de treinta años que hemos debido caminar para construir la paridad, ¿qué nos pasó? Siempre asumí que íbamos a llegar por justicia, pero no porque pensemos lo mismo o seamos iguales… ¡pero verlo ahí, sí muy fuerte!”.