El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer y por este motivo dedico la columna de hoy a analizar los factores de género que influyen en su desempeño deportivo y su relación con la presentación de lesiones.
Se da por hecho que los hombres participan más en actividades deportivas que las mujeres, y los niños hacen más actividad física que las niñas. A partir del siglo pasado las mujeres se incorporaron en mayor proporción a la práctica de actividades físicas y deportivas, al igual que a otras actividades y campos sociales tradicionalmente reservados a los hombres.
Quienes incursionaron en el deporte de competencia fueron identificadas con los patrones masculinos y en su desempeño mostraban características más competitivas y de rendimiento que las mujeres que solo hacían deporte recreativo.
En principio, el rendimiento deportivo está supeditado no solo a las diferencias biológicas, también intervienen las diferencias psicológicas, sociológicas y culturales en el ambiente particular en el cual se desenvuelven, las mujeres son marcadas y reglamentadas por la sociedad con pautas diferenciadas para hombres y mujeres. Aunque en lo general el riesgo de lesionarse en la práctica deportiva está relacionado con los factores predisponentes, los cuales se clasifican en: intrínsecos y extrínsecos. Los primeros son los relativos al deportista y, los extrínsecos, son aquellos factores relativos al tipo de actividad o deporte, así como las condiciones en que se practica.
Actualmente, por lo general, no hay gran diferencia en la incidencia de lesiones entre hombres y mujeres. Sin embargo, sí existen algunas lesiones más comúnmente observadas en la mujer y son relacionadas a sus características anatómicas, al desarrollo músculo esquelético y los aspectos psicológico y hormonal. Entre las lesiones que pueden asociarse a factores de género destacan los desgarros del Ligamento Cruzado Anterior (LCA) y la condromalacia rotuliana.
Con la incursión de la mujer en la práctica de deportes de pivoteo y cambios bruscos de dirección, el LCA es la lesión más común. Este ligamento es el responsable de la estabilidad rotacional de la rodilla, evitando el desfasamiento de la articulación al momento de pivotear o al hacer cambios de dirección y saltar principalmente. Se considera que en la práctica de futbol y basquetbol las mujeres tienen al menos tres veces más el riesgo de lesionarse este ligamento que los hombres. Cerca del 70-80% de las lesiones del LCA ocurren en acciones sin contacto físico, por ejemplo, al hacer un quiebre, al parar súbitamente o en la fase de aterrizaje al saltar. Son lesiones típicas en deportes donde el cuerpo gira dejando el pie fijo en la superficie.
Hay varias teorías que sustentan el por qué de esta mayor incidencia. Las mas aceptadas son las relacionadas con los factores anatómicos que intervienen en la biomecánica de la extremidad inferior: pelvis ancha, incremento del valgo (rodillas juntas o en X), ligamentos delgados, entre otras variantes, y la mayor elasticidad por acción hormonal.
Las estrategias de prevención de esta lesión se deben enfocar en fortalecer y aumentar el tono de los músculos que le dan estabilidad dinámica a la rodillas y mejorar la técnicas de salto, caer en dos pies y con rodillas flexionadas, rodear más que pivotear y parar en tres pasos. Existen programas de entrenamiento diseñados con bases científicas para mejorar la acción-reacción. Así es como la mujer dejará de ser jugador más vulnerable (MVP).
Ignacio Cardona