Cultura

Un judas pospandemia


En 2002, con apenas 8 años, Christian Ortiz Eleno se inició en la cartonería con figuras de judas en este pueblo de San Mateo Tlalchichilpan, municipio de Almoloya de Juárez, Estado de México, y desde entonces ha ganado primeros lugares y otros premios en concursos organizados por el Museo Taller Luis Nizhisawa, en la ciudad de Toluca, capital de la entidad.

La pieza de cartonería con la que participará este año es diferente a la tradicional figura del judas color rojo, jorobado, cola en forma de flecha, garrocha en las manos, nariz ganchuda, barbilla escurrida y risa de pícaro. Este diseñador gráfico, crecido al amparo de su abuela, a quien hizo un retrato en la fachada de su casa, esta vez moldeó una figura atípica.


La imponente figura de papel, carrizo y varas le llevaron tres meses en concebirla durante sus ratos libres. Tiene dos rostros, atrás y delante, representados por una mujer y un diablo unidos por una cavidad cuyas paredes interiores están sembradas de cráneos y caras en realce, de tal forma que el espectador pueda experimentar una mezcla de sensaciones.

La concibió a partir de algunos problemas, como ansiedad, estrés, fobias y enojo. “Esas emociones que no logramos contener y las estoy tratando de experimentar y mostrarlas de alguna forma”, describe. “Que no todo lo que se ve es bonito, por así decirlo”.

Y habrá que adentrarse en esta pieza en la Christian moldeó esos rostros que también simbolizan tristeza y esquizofrenia. Su intención es generar incomodidad en el espectador, y que la pieza se vuelva interactiva; porque hay dos entradas: de un lado, lo que representa el demonio; del otro, una mujer con ligero aspecto de medusa.


Ortiz Eleno describe su obra:

“En la parte de atrás tenemos el rostro de un demonio, un diablo que hace alusiones a las piezas tradicionales de Guadalupe Posadas, como él representaba en su momento los rostros de entrada al infierno”.

***


Esta pieza de cartón refleja un lado positivo y una crítica, como el hecho de que la pandemia normalizó ciertos problemas, detalla Christian Ortiz, quien desea señalar que el sentido de identidad se lo dio su abuelita materna, Justa Romero, quien falleció hace cuatro años; en su recuerdo pintó su imagen poblada de arrugas en la fachada de su casa.


—¿Creciste con ella?

—Desde la primaria hasta la prepa. Y ella me enseñó esa parte de respetar a los mayores, aprender de ellos y, lo más importante, preservar la identidad, que es como un pulmón para nosotros.

—Ella murió…

—Sí, y es justamente a partir de que ella muere, cuando empiezo la cruzada del muralismo, porque me doy cuenta de que nadie es eterno, todos somos efímeros, y de alguna forma hay preservar lo que fueron.

El trabajo de Christian consiste en hacer diseños para una empresa en Ciudad de México, de la que antes de la pandemia viajaba cada fin de semana a casa de la abuela; pero a partir de que arreció el covid-19, comenzó a laborar desde su pueblo.


Durante ese lapso participó en un congreso de diseño, en el que participaron 520 concursantes de varios países, la mayoría latinoamericanos, y él quedó como ilustrador, entre nueve finalista, con su trabajo titulado Arte y cultura en el muralismo.

—¿Y luego?

—Me pidieron dar un taller en ese congreso donde muestro todo el proceso de cómo se hace, y terminé con el mural, que fue en un estanque.

—¿Y de qué trata?

—Es una alegoría a la leyenda de un animal que está en peligro de extinción en mi pueblo —relata durante el viaje de Ciudad de México—, que es el camaleón de tierra; se decía que ese animal escupía sangre de los ojos y que era venenosa, pero no es verdad; bueno, sí, pero no es venenosa.

—Es endémico.

—Sí, es animalito endémico; entonces la investigación es cómo hacer un mural que represente a la comunidad, porque cuentan que si tú te pones ese camaleón en la cabeza, pues te relaja, te tranquiliza; también cuentan que si matas un camaleón te caerá un rayo.

***


La tradición de quemar judas, comenta Christian Ortiz, es una forma de liberarse de los males.

Y la costumbre de la cartonería ya es de familia, entre cuyos miembros que han ganado algunos concursos.


En los últimos años se han sumado otros municipios, como Metepec, de modo que la competencia ha sido más cerrada.

Christian comenzó en el oficio de la cartonería en 2002, a la edad de 7 años, con sus tíos y primos.


El concurso, a nivel estatal, también reúne a personas dedicadas a los juegos pirotécnicos y artesanos que se reúnen en el Museo Taller Luis Nishizawa, un recinto ubicado en el municipio de Toluca, donde el maestro impartió clases de pintura.

Christian recuerda que a su tío José Carmen le tocó atestiguar la evolución de los concursos y las fiestas que se armaban en el centro de Toluca.

“Antes la crítica era a la parte religiosa; después se incluyen los temas políticos”, dice Christian, “y a nosotros se nos inculcó todo esto para conocer nuestra comunidad”.


El pueblo de Tlalchichilpan, de origen mazahua, es esencialmente pirotécnico, donde la elaboración de los judas, que son quemados el sábado de gloria, tiene un boom a partir de 2012.

“Mis tíos son la primera generación de la familia dedicada a la cartonería; a nosotros nos toca preservar la tradición y darle un enfoque más escultórico”, comenta Christian. “Y gracias a internet nos hemos dado cuenta que no somos los únicos, ni los últimos ni los primeros”.


Lo que se busca es mantener los materiales y la técnica en la confección de los judas; un tema distinto son los acabados, las formas y el concepto, que se deben mejorar, explica el diseñador gráfico.

—Trascender en lo plástico.

—Sí, porque hay una ligera línea que debemos saber cruzar para dar esos pasos; es lo que a nosotros, como siguiente generación, nos toca en la creación de judas; sin olvidar los colores, el material y el objetivo de la pieza.

—¿De alguna manera transgredes la forma del judas?

—Lo que yo hago es tomar el concepto, darle una nueva visión, pero respetando las bases de la esencia. Eso es lo más importante. No altero el producto, no altero la técnica de usos; simplemente redefino un poco.

—¿Cuál fue tu primera figura?

—Un diablo tipo dinosaurio que hacía alusión a una situación que se había vivido en la Ciudad de México con un accidente.

—¿Qué significan los judas?

—Estas piezas buscan eliminar el mal, pero también impulsar a las personas para salir adelante, excepto la muerte.


—¿La pieza de este año qué ha significado para ti?

—Es entender que yo tenía problemas emocionales; que sufría un tipo de ansiedad, por así decirlo, y sin embargo en el último año hice una introspección y dije: estos son problemas y factores que me están aquejando y hermanando con otras personas; que no soy el único.

—¿Y cuando pintas a una persona qué te llama la atención de ella?

—Las manos, porque en una persona de campo su mayor instrumento de trabajo son las manos; en unas manos fuertes y desgastadas se ve la historia con el paso del tiempo y también las inclemencias de las actividades.


Y aquí está Christian Ortiz Eleno, con otras figuras en el recuerdo, como la de su abuela que le enseñó a preservar las tradiciones en el municipio de Almoloya de Juárez, donde queda el misterio del lugar que obtendrá en el siguiente concurso con esta pieza, producto de los días de pandemia.

Humberto Ríos Navarrete


Google news logo
Síguenos en
Humberto Ríos Navarrete
  • Humberto Ríos Navarrete
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.