Todos los días, desde hace varios años, en la entrada principal del Palacio Postal, situado en la esquina de lo que hace un siglo fueron las calles Santa Isabel y San Andrés, hoy Tacuba y Eje Central, se planta un hombre alto y delgado, que exhibe fajos de tarjetas con fotos de la Ciudad de México. Forma parte de la esquina más vistosa que enmarca al Centro Histórico.
Luce un traje clásico y sombrero similar a los que usaban en tiempos de Al Capone; charla con otro de la misma edad, mientras mueve las manos como aspas de aeroplano recién estacionado. Pareciera que su intención es ir acorde con épocas en las que deambulaban bohemios y periodistas que también eran escritores y asiduos visitantes de cafetines y cantinas.
Y no es que sea una Noche de Museo en el Palacio Postal, como acaban de incluir en periplos nocturnos a ese edificio histórico, que todavía sirve para lo que fue construido, entre 1902 y 1907, por orden del entonces presidente Porfirio Díaz, no obstante los avances tecnológicos, pues todavía se observa movimiento de paquetería y otros servicios.
Lo que desentona en este inmueble que acaba de cumplir 109 años, también conocido como La Quinta Casa de Correos, es el gusto de los empleados, quienes alegran su estancia con canciones cuya letra y música salen de bocinas y esparcen en la planta baja.
Del otro lado del edificio, cuya estructura de acero fue traída de Nueva York —también venden estampillas, se rentan apartados postales, expiden edición de cartillas de identidad postal, ofrecen servicio exprés de mensajería y giros postales, etcétera—, los visitantes pueden observar la exposición permanente que refleja el desarrollo del correo.
La muestra incluye el primer timbre emitido en México, año 1856, cinco estampillas con la imagen del cura Miguel Hidalgo, que costaron medio real, un real, dos reales, cuatro reales y ocho reales; penny black, de Inglaterra, la primera estampilla emitida en el mundo; buzones que van de principios del siglo XX hasta nuestros días; un lienzo del Escudo Nacional formado con 34 mil 279 estampillas que datan de entre 1890 y 1930, cuyo autor es Pablo Magaña González.
Y más fotografías que reflejan diferentes formas de transportar correspondencia: caballo, carros de ferrocarril, carrozas, pangas, bicicletas y motocicletas; hay un rifle, incluso, pues en algunas zonas el cartero tenía que ir armado para, en caso de ser necesario, defenderse de salteadores de caminos; alforjas de piel, valijas de la Colonia y apartados postales.
En la muestra también hay un clasificador de estampillas, una lupa, lámpara de luz ultravioleta, pinzas, odontómetro y filigranoscopio, utilizados por los coleccionistas de estampillas "para el manejo cuidadoso de sus colecciones".
Entrar aquí es retroceder en el tiempo, más todavía cuando se abren esos elevadores de poleas originales, o subir y bajar escaleras y andar en pisos de mármol, mientras te acercas a esa fachada construida de cantera de Pachuca, con las figuras de dos bueyes, "que representan el espíritu de sacrificio", según la leyenda, y palpar el bronce elaborado en Florencia, Italia.
Y ya en el último nivel de la torre principal, frente a esa gran vitrina vedada que protege el "reloj monumental", traído de Alemania, hay un letrero: "Este reloj es el principal inquilino del Palacio Postal, y se erige como testigo sonoro de la historia del país".
El reloj pesa 700 kilos y tiene seis campanas. Fue importado e instalado por la joyería La Perla. "Su excepcional maquinaria es toda una combinación de varios relojes, donde la ingeniería mezcla mecanismos y transmisiones hidráulicas con sistemas de freno de aire, poleas, contrapesos y cables". No cualquiera logra explorarlo.
Pocas personas pueden subir a este nivel, y una de ellas es Jacqueline Calderón Aguirre, subdirectora de Filatelia del Palacio Postal, cuya función principal es proponer las temáticas de las estampillas postales y su diseño, para después producirlas y venderlas.
De enero a la fecha han emitido siete estampillas; el 8 de marzo, por ejemplo, fue la que conmemora el 70 aniversario de El Colegio Nacional de Ingenieros.
La funcionaria conoce muy bien este edificio, pues tiene varios años en ese cargo, de modo que ha sido testigo privilegiado del inmueble, con una mezcla de diferentes estilos, plasmados por el arquitecto italiano Adamo Boari —en el Palacio de Bellas Artes hay una sala en su honor— y el ingeniero mexicano Gonzalo Garita. Es visitado por unas 100 mil personas al año.
—Todavía se escribe la gente.
—Todavía. Aún se reciben cartas y tarjetas postales. Nosotros tenemos un programita para el Día del Amor y la Amistad.
—Y hay mucha correspondencia de bancos, de empresas.
—De todo hay: personal, de bancos, de instituciones...
Entre los estilos que se fusionan están el plateresco y el isabelino, "considerando que Porfirio Díaz tenía mucha influencia francesa", comenta Calderón Aguirre, quien explica que la obra tiene cuatro fachadas, aunque la principal, achatada, es la de Tacuba y Lázaro Cárdenas, denominada de pan coupé.
—¿Y en el interior?
—Es un edificio donde puedes esparcir toda la comunicación que se percibe en amplios ambulatorios, las columnas con una técnica llamada escayola, que se maneja con yeso, porque el arquitecto y el ingeniero decidieron que no le podía poner tanto peso en mármol, ni tanta columna. Entonces, las escaleras monumentales, entre el mármol, que es mexicano, y la herrería, que es de Italia, imagínese el esplendor que representa.
—Es un edificio de material ligero.
—Las columnas son de hierro forjado. La estructura está hecha de tal manera que al momento sísmico no logre desbalancearse. Ha tenido muy poquito hundimiento a diferencia de otros del Centro Histórico.
El Palacio Postal tiene cuatro niveles. En la planta baja, donde clasifican correspondencia y paquetería, está la exposición permanente. El siguiente piso, lugar de la entrevista, es el mezanine; en el segundo, las oficinas corporativas, igual que en el tercero; y en el cuarto, el último, es donde Calderón Aguirre abre más los ojos y expresa: "Aquí se encuentra el inquilino más importante del Palacio Postal: el reloj monumental".
—¿Por qué más importante?
—Porque fue el primero que entró en el momento de la inauguración. Se dice como leyenda que en ese entonces, a la hora que sonaba, sus campanadas se oían cuatro kilómetros a la redonda.
De regreso al mezanine.
—Y también pueden observar en este edificio que alrededor de estas escaleras monumentales —la mujer mira hacia arriba y gira el cuello— están las fechas más representativas del correo: 1856, cuando se emite la primera estampilla postal en México; 1580, cuando nombran, desde España, al primer Correo Mayor de la Nueva España, o cuando es el primer correo marítimo.
Es el Palacio Postal, construido en la esquina de Santa Isabel y San Andrés, hoy Tacuba y Eje Central, hace 109 años. Fue declarado Monumento Artístico de la Nación en mayo de 1987.