La mujer, gestora cultural de espigada figura, había prometido sorprender una vez más con la presentación de una obra plástica y entonces condujo hasta la calle de Colima número 302, colonia Roma Norte, en cuyo muro exterior se aprecian logotipos de Nueva CDMX y Claroscuro, galerías que exhiben la obra de René Zubieta Méndez, quien presenta 15 cofres.
Había invitado a la develación oficial, ya por la tarde noche, donde estaba previsto que danzarían los canapés, copas de vinos y mezcales con en ese glamur propio de estos eventos, pero te anticipaste con tu amigo Rodrigo, camarada y cámara, y entonces ella, Jeannette Arévalo Angus, directora de Claroscuro, dio paso a su nueva revelación.
Y ahí estaban las cajas.
Y ahí estaba ella, dinámica gestora, de voz suave, solemne frente a las cámaras y sonriente y amable en confianza.
Entonces comenzó a explicar el contenido de la sugerente exposición de cajas, para luego dar paso a figuras que podías examinar, luego de abrir la puerta con sus largos dedos, esmerada, como si a veces un granjero entrara a chozas habitadas por extraños seres petrificados.
Pocas veces se presenta este tipo de muestras en las que dejan interactuar al visitante, como indica Jeannette Arévalo. Lo normal es que en las exposiciones coloquen una cinta en el piso como límite para distanciar al intruso; pero aquí es lo contrario.
En esta exposición, denominada Uxonografía, que permanecerá hasta el día 25 del presente mes, exponen cajas de madera y de hierro oxidado; son, al mismo tiempo, contenedores a baja escala.
Es sugestivo porque en estos mini baúles podemos tanto relacionar y ver qué es y lo que contiene cada uno, o qué guarda, por lo que no es una caja convencional, explica Jeannette Arévalo, gestora cultural y directora de Claroscuro, una dinámica galería que esta vez expone en esta casa.
Y más que sorpresas son acertijos, símbolos con los que te cuestionas, te haces preguntas, te interrogas en el momento que abres cada uno de esos objetos que semejan pequeños huacales.
—¿Y qué guarda una caja?
—Una caja puede ser cálida cuna o gélido ataúd. De acuerdo con el lugar común, en cajas se dan los obsequios... La caja es una invitación a asomarse a su interior, una austera tentación de la sorpresa.
El artista plástico presenta este conjunto de piezas, de las cuales siete están inspiradas en propuestas pertenecientes a coreografías de la compañía de danza UX Onodanza, fundada en 1985 por el bailarín y coreógrafo Raúl Parrao, de la que el diseñador gráfico fue colaborador. Por eso ha dicho que la danza es un “acto efímero que perdura en el recuerdo”, “pero mi representación es tangible”.
Zubieta Méndez —Ciudad de México, 1967— es egresado de la licenciatura de Diseño de la Comunicación Gráfica de la UAM-Unidad Azcapotzalco y ha trabajado con Maris Bustamante, César Martínez y Raúl Parrao, entre otros.
—Son cajas-sorpresas— se le comenta a Jeannette.
—En esta representación Zubieta nos quiere llevar un poco más allá de lo tradicional en el tema de las propuestas artísticas, como por ejemplo a Frida Kahlo: tenemos una puesta de ella de cómo la va representando. Obviamente con la flora, un poco con la parte del Día de Muertos. También tenemos una representación de la famosa pieza de las Mininas y parte de lo que viene a ser la película de La Luna.
—También representa la cultura popular con la figura del enmascarado. Y tiene mucha relación con lo oscuro, ¿no?
—Mucho. El lado quizás de la muerte. El lado negro. El lado oxidado. Al final, trata de representar en estas cajas, justo lo que llevamos también nosotros como seres. A veces indagando en la cabeza, traemos tantas cosas, como decimos, tanta cosa adentro que no sabemos cómo sacarla.
La intención es, asimismo, que el asistente refleje una especie de auto análisis y autocrítica, una reflexión que quizás lo lleve a descubrir el lado oscuro. Por eso tiene que es importante abrir las puertas.
—Y de alguna manera puede jugar.
—Exacto. Justo es la particularidad de como a veces vamos a los museos o galerías o espacios un poco más privados donde siempre nos recomiendan no tocar, o siempre está el límite de no acercarse; pero el artista, en esta ocasión, sí quiere que se acerque; más bien que empiece a explorar. Obviamente bajo un narco de manipulación prudente.
—Cuidadoso…
—Exacto. Que puedan estar interactuando con las puertas, con las cajas, y ver lo que contiene. Incluso que ellos mismos sientan lo que les falta. Qué cosas le pueden agregar a esa caja que está conteniendo algo.
—Y algunas tienen espejos.
—Justo por eso, el detalle importante son… la parte de vidrio no se tiene la pieza por dentro, porque es un reflejo de ese límite que tenemos, de esa delicadeza, de esa fragilidad.
—Y para todo tipo de espectador, incluso niños.
—Sí, incluso niños. Yo creo que los niños van a disfrutar aun más, puesto que tenemos una caja en escultura del Santo; ahí también tenemos la diversificación de los muñecos, de los luchadores; tenemos en una parte un poco más pictórica, tenemos un césped, flores. René tiene una trayectoria en cuanto a lo plástico, lo gráfico en la parte ilustrativa. Entonces quiere demostrar que las personas justo asocien esa parte relajada que es él; la parte no sólo oscura, sino la parte que alberga la vida.
Es lo que ahora propone y expone el artista René Zubieta, explica Jeannette Arévalo, quien detalla con voz suave y sugerente mientras abre puertas y ventanas de cajas, todas pequeñas, en cuyo interior el espectador podrá contemplar, pese al riesgo de quedar… maravillado.
