Ha sido una grata experiencia compartir, durante cincuenta semanas, un poco de la esencia de mi imperfección y externar, por medio de esta columna, la combinación de vivencias con el cúmulo de errores que cometo a diario, los cuales expreso con palabras que conllevan una fuerte cuota de aprendizaje personal y empírico, del que forjan los madrazos, esos que inexcusablemente hacen crecer.
Dar un enfoque positivo a cada situación de la que escribo es una de mis prioridades; siempre busco que, al menos a una persona de las que me hacen el honor de leerme, le ayude a resolver o mirar distinto alguna bronca que traiga. Y me encanta hablar de personajes ligados de alguna manera a mi vida, de cómo he aprendido de acciones y métodos de cada uno de ellos, sin importar su jerarquía o puesto en un organigrama. De aquellos que ayudan a que cualquiera mejore como persona; algo que necesitamos todos de forma constante.
Me encanta compartir también las citas con el destino; no me gusta llamarlas casualidades, cosas que milagrosamente aparecen para alentarte, orientarte o calmarte en una situación que estés viviendo. Un día, haciendo un ‘random’ a la programación de la televisión, llegué justo a una frase que me encantó: “Solo cuando están al borde, las personas encuentran la posibilidad de cambiar. Solo en el precipicio se evoluciona”. Ya no entendí la película; es más, ni supe cuál era, pero esos seis segundos de guion los valoré mucho para mi forma de ver la vida, y espero que también ayude en algo a la tuya.
Este espacio tiene como propósito ayudar a cualquiera, millennial o no, que lo permita; también es para quien solo toma los fragmentos que más le interesan, los que más se adecuen a su entorno, los trozos que aporten y optimicen su talento, capacidad y competitividad, en el porcentaje que decidan. Al final de cuentas, todos tenemos experiencias producto de equivocaciones, pero a algunos nos gusta compartirlas, tal vez solo para reforzar y no volver a cometerlos.
Gracias por las primeras 50 oportunidades que me han dado de platicarles sobre temas en los que me falta mucho camino para ser experto. Gracias por cada like de reacción digital, que posiciona en el gusto de los lectores de milenio.com. Gracias por hablar bien y por hablar mal de estos artículos; gracias por hablar, de hecho. ¡Gracias por adoptar un millennial!
Humberto Gandara.com