"¿Cómo llegas de un punto a otro?", me preguntó uno de mis mentores el otro día mientras platicábamos de trayectos aspiracionales.
"¿En línea recta?", me volvió a cuestionar, mientras yo "afirmaba negativamente" la cabeza, una clara forma de externarle que no tenía seguridad sobre lo que iba a responder; no aposté por la respuesta lógica rápida porque sabía que estaba sonando la alerta de que había un consejo a la vista, y así fue:
"De un punto a otro tienes un crecimiento electrocardiográfico" (espero estén imaginando tal concepto en este instante, porque es muy importante para lo que viene), "porque no puedes avanzar en línea recta; tienes subidas notables, bajadas estrepitosas, o picos promedio que te ayudan a mantenerte, pero todos ellos te van guiando para llegar al final del camino", refiriéndose específicamente a la meta que te hayas fijado.
Lo que piensas que te detiene, que te frena o que te afecta, en cierto modo, es parte del plan.
Ten presente que no eres ni tan bueno cuando todo te sale excelentemente ni tan malo si vas con pipí de perro en el zapato izquierdo.
Agradece cada obstáculo con el que te topas, cada momento incómodo, cada situación que te invite a renacer: llega una parte de la historia donde comprendes el porqué de algunos capítulos que recordabas con nostalgia. Asimismo, debemos aprender de los momentos que coquetean con la fortuna, no enamorarnos tanto de ellos, pero saberlos disfrutar sin que se desborde nada que no sea compatible con la humildad.
Escrito lo anterior, no te confíes o desanimes, porque no eres ni el primero ni el último que está en esos picos, lo importante es que no pierdas de vista el punto al que quieres llegar.
Nota mental: Esperaré la llamada de mi doctor corrigiéndome algún término. :D
HumbertoGandara.com