Un joven circula en su auto a alta velocidad por las calles de la ciudad; de pronto un anciano aparece en el panorama y el auto casi lo embiste. Por fortuna no es un accidente grave; sin embargo, las leyes imponen al conductor una pena que lo obliga al servicio comunitario y durante los próximos seis meses deberá acudir una vez a la semana a casa de la “víctima” para apoyarlo en sus actividades cotidianas.
La primera parte de esta historia, hasta el atropellamiento, podría ocurrir en cualquier ciudad del planeta, incluida por supuesto la nuestra; pero, la segunda sólo es viable en los países altamente civilizados, en los que un juez es capaz de obligar a que la sentencia se cumpla.
Es por ello que es más que lógico que la trama del actual montaje de Visitando al señor Green se deje, como en su original, en Nueva York.
Escrita por Jeff Baron, ésta es una obra que se presentó ya en México en 2006, con unas memorables actuaciones de Luis Gimeno y Beto Torres, quienes después alternaron con Sergio Corona y Ernesto D’Alessio, en una temporada de más de 300 funciones, dirigidos por el maestro José Solé, en una producción de Morris Gilbert.
Hoy, bajo la batuta del talentoso y versátil Miguel Septién, vuelve en una propuesta distinta, en la que si bien el texto se mantiene íntegro, se usa un lenguaje escénico que lo hace más actual, acorde a los cambios que la escena mundial ha vivido en los últimos 15 años.
Dos botones de muestra: La escenografía está ubicada al centro del foro, y a ambos costados se han instalado una especie de camerinos a vista de todos, en los que los actores (no los personajes) se cambian de ropa, se maquillan, se peinan, para transformarse en los personajes y “entrar” a la realidad teatral.
Hay acciones que tradicionalmente el público no vería, y aquí se hacen a la vista del espectador, como para mantener fresca la idea del “distanciamiento” brechtiano; que invite al público a pensar, a reflexionar, no solamente a sentir.
Para lograrlo, Septién se apoya en dos excelentes actores: Alberto Lomnitz, quien después de muchos años dedicado casi por entero a la dirección escénica, en el último lustro ha encadenado una tras otra sus actuaciones, después de alternar en el rol central del musical El hombre de La Mancha.
Y el otro protagonista es Juan Ramón Berganza, a quien desde aquel Panda Malo, hemos visto crecer en montajes cada vez más demandantes.
Aquí, ambos están estupendos.
La maravilla de Visitando al señor Green es que habla de intolerancia, de prejuicios, de rechazo, de abusos… que lamentablemente existen en todo el mundo; por lo que en todo el planeta es una obra vigente y cercana.
En esta obra ambos personajes son judíos y la manera en la que viven su religiosidad es uno de los puntos de su confrontación; sin embargo, la misma situación puede vivirse en cualquier religión, e incluso más allá de cualquiera de ellas.
Vemos a dos hombres que inician siendo aparentemente distintos, diametralmente opuestos, pero que la convivencia semanal va mostrando que sus coincidencias son más, y más profundas, que sus diferencias.
Visitando al señor Green se presenta de viernes a domingo en el teatro Milán.