Espectáculos

Aladdín, ¡wow, wow, wow!

Minutos antes del estreno del musical Aladdín escucho una y otra vez que los invitados comentan que esa película animada de Disney fue su favorita en la infancia.

Se trata de espectadores entre 30 y 40 años, que llegan al teatro Telcel con las expectativas hasta el cielo, de ésas que son muy difíciles de llenar. Sin embargo, dos horas y media después la ovación final demuestra que no sólo se cumplieron, sino que incluso esas expectativas fueron superadas… y por mucho.

Y la verdad es que sí, este montaje es realmente ¡ESPECTACULAR!, así con mayúsculas y entre admiraciones. Se trata de 150 minutos de magia pura en la que las sorpresas van una tras otra y no dan tregua; no acaba uno de deslumbrarse con una escena espectacular, cuando llega otra que la supera y después una más, y…

Un poco de historia: la cinta animada se estrenó en 1992, o sea que el año próximo celebrará 30 años; en 2014, la historia llegó a Broadway con tal éxito que de ahí saltó al mundo, donde ya supera los 10 millones de fascinados espectadores; un lustro después, en 2019, Aladdín volvió al cine, pero ahora en el formato de moda: Live action. Ya entonces se hablaba de la llegada del montaje a México, vino la pandemia y hubo que esperar hasta ahora. Pero la espera, valió la pena; ¡vaya que sí!

Voy de afuera para dentro.

Resulta casi imposible imaginar que sobre el escenario hay 38 toneladas de producción. Sí, 38 toneladas que incluyen una veintena de deslumbrantes escenografías, que van desde el típico mercado de Agraba (la mítica ciudad en la que sucede la acción) hasta la impactante Cueva de las 1000 maravillas.

También son parte de esas muchas toneladas las casi 300 luces (111 robóticas y 173 convencionales) empleadas durante todo el espectáculo; en el que suceden 84 actos de ilusionismo, 53 de los cuales son automatizados, destacando entre ellos, obviamente, los maravillosos y emotivos momentos de la alfombra voladora.

Todo esto sucede gracias al trabajo de un equipo de funciona como un reloj perfecto, compuesto por 80 personas que integran departamentos como vestuario (que barbaridad, no deben parar un segundo). Y mire usted si no con esta impactante numeralia sólo en esta área: los trajes cuentan con más de dos mil tejidos y adornos provenientes de Marruecos, Turquía, India, Uzbekistán, China, Tahití, Japón, Guatemala, Francia, Italia, Inglaterra, Alemania y, por supuesto, México.

Se usan en cada función 337 piezas de vestuario, 161 zapatos hechos a la medida. Se realizan más de 100 cambios de vestuario en menos de 1 minuto, y más de 50 cambios en menos de 30 segundos.

Similares datos igualmente sorprendentes existen en las áreas de pelucas, maquillaje, utilería, audio, iluminación, tramoya…

Evidentemente todo esto es resultado del genio, trabajo y creatividad de un equipo de creativos de primerísima, que incluye nombres como Alan Menken (música), Howard Ashman (letras), Bob Crowley (diseño escénico), Natasha Katz (iluminación), Gregg Barnes (vestuario y maquillaje), y por supuesto Casey Nicholaw (dirección y coreografía).

A ellos hay que sumar los nombres del equipo mexicano de OCESA, que encabezan Julieta González y Morris Gilbert, y que incluye a Jaime Matarredona e Isaac Saúl, entre un larguísimo etcétera.

Y al final el corazón de todo, un maravilloso elenco, de verdad sensacional que encabeza Rodney Ingram, mexicano nacido en Jalisco pero que ha hecho toda su carrera en EUA y Europa, y que ya había dado vida a Aladdín en Broadway. Verlo en escena es ver una verdadera estrella, que llena con su luz y su talento cada uno de los números en los que participa.

Y junto a él también brillan Juampi, que se lleva una enorme ovación con su muy simpático Genio, al igual que para Irma Flores como la princesa Jasmín, Salvador Petrola (Yafar), Juan Pablo Escutia (Yago), Lalo Ibarra (Sultán), Rodrigo Negrini y Gloria Toba.

Yo vi la película hace casi tres décadas con mi sobrina Elena, entonces una niña, y recuerdo que nos gustó mucho; hace un par de años vi la versión Live action y me volvió a gustar. Ahora que la disfruté por primera vez en teatro, me sumo a la fascinación que está ejerciendo siete veces a la semana entre el público mexicano, que materialmente se sube a la alfombra mágica junto con Aladdín para conocer y gozar del maravilloso país de Agraba.

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Hugo Hernández
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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