La maquinaria federal de propaganda sigue propalando por todas las vías y a través de todos los voceros afines al régimen las glorias del inquilino de Palacio. Pero los otros datos, firmes y cada vez más claros, dicen otra cosa muuuy distinta. Para decirlo en una frase: somos víctimas de un espejismo mantenido por un sujeto que no tiene ni aptitudes ni actitudes; por decirlo en su jerga beisbolera: ni picha ni cacha ni deja batear.
Por el lado de las aptitudes queda claro que es un inepto. Dos datos recientes dibujan a su administración, si bien solo son la punta de un iceberg que corre el riesgo de enviarnos a pique. Él dice, vuelve a decir y repite incansable que todo va bien, que los números son positivos a su favor y que se siente feliz, feliz, feliz. Pero su jefe de gabinete, Alfonso Romo, admite que “no hay recursos que alcancen para investigación básica. Yo en el corto plazo prefiero comprar tecnologías ya probadas que desarrollar nuevas” (¡!). Tras regañar al sector privado, correctamente, por no invertir suficiente en investigación y desarrollo, zanjó así la cuestión: “No esperen a que nosotros resolvamos el problema porque no lo vamos a resolver”.
¿Pero cómo, si los datos de su jefe apuntan a una cada vez más cercana prosperidad? Al parecer, a través de una contabilidad “creativa”, que Macario Schettino desmenuza muy bien: en sus cuentas alegres para 2019, año en que las dependencias no gastaron sus de por sí recortados presupuestos asignados, se apuntaron como ingresos 130 mil millones de pesos que los despreciados regímenes neoliberales habían ahorrado para el país (le dieron una tarascada terrible al Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios). Además, le “prestaron” a Pemex (que en unos meses dejará de producir gasolina Premium y de por sí importa 70% de la que se vende con una campaña nacionalista y mentirosa) la nada despreciable suma de 97 mil millones de pesos… ¡y lo reportaron como ingreso petrolero!
Y si las aptitudes no son lo suyo, como no sea para echar verbo, porque en eso sí es un master, en la última semana ha logrado unificar una opinión en el país: la de que es un tipo insensible, poco empático y miserable para quien todo es una campaña en su contra, es decir, con una actitud de lo peor. Dice John Maxwell, que algo le sabe al tema: “Solo hay una cosa más contagiosa que una buena actitud: una mala actitud”. Y “la gente siempre proyecta hacia fuera lo que siente por dentro.