Ciudad Primavera, Los Silos, Ciudad Olmeca, Colinas del Sol son nombres de fraccionamientos abandonados, en ruinas y producto de la especulación de la vivienda. Tienen en común que fueron construidos en las afueras de las principales zonas metropolitanas, sin servicios y sin transporte público, durante el auge de las constructoras en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Son algunas de las 650 mil casas desocupadas que el Infonavit registra, una pequeña parte de las casi 5 millones que están abandonadas, en ruinas o bajo proceso judicial en el país.
Son casas construidas en antiguos terrenos ejidales convertidos a urbanos gracias a decenas de alcaldes sobornados por desarrolladores sin escrúpulos, a cabildos comprados por constructores buitres que explotan la segunda necesidad más importante de las personas, la de tener un lugar donde vivir.
Constructoras, muchas de ellas hoy en quiebra o en problemas financieros como Geo, Urbi, Homex y otras cuyo negocio principal era el cemento, que se esmeraron en construir nuevas ciudades, con cientos o decenas de miles de viviendas —como la Trinidad en Tecámac, Estado de México, o Senderos del Sol en El Barreal, de Ciudad Juárez, para después desentenderse de ellas.
Son lugares alejados, a decenas de kilómetros de los centros urbanos, donde resulta incosteable el transporte público o la dotación de servicios básicos de agua limpia, educación, etc. Muchos municipios se rehúsan a recibir esas unidades pues no tienen capacidad para otorgar los servicios que se requieren.
Son fruto de una política de vivienda expansiva que los presidentes presumían con orgullo. “Nadie ha construido tanta vivienda como durante mi sexenio”, fue la frase favorita, pero en rigor, solo alimentaron a los buitres.
Casas que sirvieron para la especulación pero también para que jueces corruptos validaran operaciones de juicios masivos de despojo, subastas y desalojos por decenas de miles.
Casas con las que decenas de firmas de abogados especularon con desalojos y procesos judiciales, reventa de hipotecas, compra de cartera vencida y negocios en los que se metieron hasta los hijos de Marta Sahagún.
Producto de esos fraudes el ex presidente del Tribunal Superior de Justicia de Nayarit, Pedro Antonio Enríquez, está en la cárcel y hay otros en la fila.
Costó años, pero por fortuna el paradigma de vivienda ya está en vías de cambiar y aunque se siguen otorgando permisos para construir unidades que a la larga resultarán abandonadas, la nueva política de vivienda va por otro rumbo.
Cambió el paradigma, asegura Carlos Martínez Velázquez, el nuevo director del Infonavit. Hay nuevas reglas de operación y de ética que prohíben a esa institución seguir con las complicidades que permitieron en el pasado alimentarse a los buitres con la necesidad de un techo.
Mientras tanto, los políticos mexicanos, los ahora desplazados, esos que todavía no entienden por qué perdieron las elecciones, se dedicaban a comprar casas en San Diego, en Miami, en Texas, en Nueva York, en Madrid, en París. Que les aprovechen, en este país ya nadie los quiere.
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