Una de las características más notables de la economía en los últimos tiempos es su acelerada transformación: hacia el conocimiento, hacia lo digital, hacia la innovación, la creatividad y la inteligencia artificial. Y con estos cambios surgen escenarios para el futuro del trabajo que nos confrontan con la urgencia de revisar la formación para atender las demandas de habilidades, competencias y saberes. Cuando los estudios e informes sobre el futuro del trabajo hablan sobre nuevos empleos, la mirada debe ir hacia la educación.
No sólo se trata del mercado laboral sino de un mundo complejo, en constante cambio, que presenta desafíos globales como el cambio climático, las desigualdades económicas y sociales, los cambios demográficos, las migraciones, la pobreza, las revoluciones tecnológicas y un largo etcétera. Mirar hacia el futuro es un espejo al presente, es una invitación a pensar si tenemos las condiciones para enfrentar tiempos cambiantes.
Los informes sobre el Futuro del Trabajo que realiza periódicamente el Foro Económico Mundial nos indican hacia dónde se dirigen los empleos y qué habilidades requieren. De acuerdo al informe sobre 2030, en el siguiente lustro habrá una gran demanda de profesionales para big data, inteligencia artificial, desarrollo de software y aplicaciones, ciberseguridad y, en general, especialistas para el campo de las energías renovables y la transformación digital. Pero el dato preocupante es que seis de cada diez trabajadores no están preparados para los empleos del futuro cercano: requieren capacitación urgente, la actualización y el desarrollo de nuevas habilidades.
La brecha de habilidades es todavía más preocupante en América Latina debido a los problemas en los sistemas educativos, la lentitud de las reformas frente a los cambios en la economía impulsados fundamentalmente por la tecnología. Hay dos momentos en controversia: la capacitación en el corto plazo para superar la brecha de habilidades, y la formación de generaciones para el mediano y largo plazo, para la economía del futuro.
Y en este contexto hay que mirar críticamente las necesidades de formación: aunque los cambios son impulsados por la tecnología y vivimos en un mundo cada vez más digital, es fundamental desarrollar el pensamiento crítico, la creatividad, la capacidad de resolver conflictos, la comunicación asertiva y el sentido ético de lo cotidiano. Antes de las habilidades tecnológicas está la capacidad de las personas de analizar, cuestionar, comprender y tomar decisiones.
Al igual que todos los informes sobre el futuro del trabajo hablan de tecnología, también destacan que el pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas son fundamentales para cualquier empleo. En este punto necesitamos revisar la formación de los estudiantes con respecto al pensamiento crítico: ¿los estamos preparando para que sepan cómo enfrentar los retos del futuro o sólo para que sepan usar tecnología de acuerdo a lo que el mercado pida? Les dejo la pregunta y les compartiré mi hipótesis más adelante.