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Bajo riesgo, siempre

  • Economía empática
  • Bajo riesgo, siempre
  • Héctor Farina Ojeda

Las advertencias de los organismos internacionales sobre la desaceleración de la economía mundial y los riesgos de recesión se han ido acentuando en las últimas semanas. El Banco Mundial señaló que México está en riesgo de caer en una recesión debido fundamentalmente a que la economía de Estados Unidos podría entrar en recesión. Pero no sólo se trata del vecino del norte sino que las principales economías a nivel mundial están enfrentando una desaceleración luego del efecto rebote que se dio tras la crisis provocada por la pandemia de covid 19 en 2020. El crecimiento del Producto Interno Bruto mundial en 2023 será de 1.7 por ciento, lo que representa la cifra más baja en tres décadas, según el Banco Mundial.

Por otro lado, el Bank of America (Bofa) tiene un pronóstico más contundente: habrá una caída de 0.5 por ciento en México en 2023 debido a que Estados Unidos sufrirá una contracción económica de 0.4 por ciento este año. Los cálculos de Bofa pronostican que la economía estadounidense tendrá crecimiento negativo en tres de los cuatro trimestres del año. Y esto repercutirá en el consumo y por lo tanto en la demanda de productos, lo cual sabemos que afecta directamente a México.

Las amenazas de recesión en América Latina no sólo son demasiado habituales sino que se han vuelto parte del pronóstico general. Nuestras economías tienen crisis cíclicas, previsibles, endémicas. A tal punto que cuando se habla de crisis en algún país latinoamericano en realidad se hace referencia a la reciente, a la crisis novedosa, la que se convierte en punta de iceberg de nuestra crisis conocida de pobreza, desigualdad y precariedad. Que hoy México enfrente un riesgo de recesión no es una novedad, como no lo es en cualquier rincón latinoamericano. El escaso desarrollo, la fragilidad interna y la enorme dependencia a las eventualidades nos dejan siempre a merced de cualquier tormenta externa, de cualquier cambio en la dirección del viento.

El precio de las materias primas, el petróleo, el gas, el cobre, la bonanza de las lluvias o el impulso de países como China o Estados Unidos: más que oportunidades de desarrollo y fortalecimiento parecen oportunidades momentáneas, ganancias que se esfuman, riquezas que pueden desaparecer cuando la coyuntura no favorece. En el fondo cada amenaza de recesión nos enfrenta a nuestros propios motores, a la capacidad interna de generar empleos, riqueza, ingresos y oportunidades para millones de personas en tiempos de crisis. Ahí somos frágiles, ahí los latinoamericanos seguimos en deuda.

Y aunque sabemos bien que factores fundamentales como la educación y la investigación científica deben potenciarse para construir economías más fuertes e innovadoras, esto sigue siendo una asignatura pendiente. Pensar en mejorar desde dentro implica repensar todo lo que hacemos con la educación, con la ciencia, con la inversión en el desarrollo humano. Mientras no mejoremos en estos aspectos, siempre estaremos en riesgo, siempre a merced de recesiones y de crisis.

Héctor Farina Ojeda

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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