Cultura

Deseo de matar

  • Cinediciones
  • Deseo de matar
  • Gustavo Guerrero

Como producto de una época de desesperanza, la serie “Deseo de matar” surgió con el actor Charles Bronson en 1974, de la misma forma que otros filmes de explotación, como una reacción a una inquietud social urbana en Estados Unidos. Aunque la vigilancia ciudadana no salga de moda, el remake protagonizado ahora por Bruce Willis tiene como marca, en las manos del director Eli Roth, una tónica de consumo irónico.

Willis interpreta al médico Paul Kersey, originalmente un arquitecto de Nueva Jersey, que vive en Chicago. Hombre de familia y de bien, él queda sin reacción cuando su mujer y su hija son víctimas de un allanamiento domiciliario, y ante la morosidad de la justicia, Paul Kersey percibe que sólo lidiará con el luto si caza por su cuenta a los bandidos.

Este remake no tiene la seriedad de otras películas de ajusticiamiento en la tercera edad, como podría ser la serie de “Búsqueda implacable”, de Liam Neeson, y sí un espíritu de gozo juvenil que aproxima más “Deseo de matar” a un cómic. Así, su carácter de novela gráfica está inscrito de esta manera: la pantalla se divide en cuadros como una página de HQ para mostrar, al mismo tiempo, a Kersey trabajando con sus utensilios de médico y aprendiendo a limpiar sus armas de vigilante o policía comunitario de primer mundo.

El grafismo de la violencia, típico de Roth, de cerebros explotando y cabezas rodando, también está más próximo a la caricatura que en películas con un pie en el realismo. Si existe un parentesco a definir en esta columna, “Deseo de matar” está más próximo a Frank Miller. No sólo por la vida doble del adinerado Kersey que hace que Bruce Willis se parezca a Bruce Wayne (Batman), sino también por la narrativa entrecortada de los comentarios en las redes sociales y medios de comunicación, que funcionan como una especie de coro griego, como lo que Miller hizo en “Batman: el caballero de las tinieblas”.

Los infomerciales de armas y los tutoriales online acrecientan la ironía a la receta, como si los Estados Unidos de Trump, con su vocación para la autopromoción más populachosa, fuese una repetición de los Estados Unidos de Ronald Reagan. Al hacer un filme que abraza el artificio con sarcasmo (la película abre con el noticiario diciendo que las tasas de crímenes subieron y termina diciendo que ellas cayeron) sin recorrer los metalenguajes sofisticados para parecer inteligente, Roth realiza un remake que moderniza al original de forma bastante consciente y consistente.

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.