Política

Todo o nada

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Casi al mismo tiempo y a la misma velocidad que avanza la 4T han surgido los reveses y los frenos. En el frente político, mientras no están claros los datos duros que avalan el fin de la corrupción (solo hay mucho discurso mañanero y una defensa insostenible de la impunidad previa y actual), lo que sí es muy evidente es la resurrección del presidencialismo. La concentración del poder que ha logrado AMLO la ha usado para “someter” tanto a la economía como al aparato burocrático, vía políticas y decisiones —sin sustento ni consideración a sus consecuencias negativas, Urzúa dixit— que han generado resistencias y tiros por la culata.

A la cancelación del aeropuerto de Texcoco, a los proyectos de Dos Bocas, Tren Maya y Santa Lucía, a la política regresiva en energía (cancelación de mercados en hidrocarburos y electricidad; uso de carbón), al austericidio —Aguilar Camín dixit— en áreas y programas que al Presidente no le parecen prioritarias o considera neoliberales, las resistencias han sido múltiples.

La más importante es la pérdida de confianza del sector privado y de inversionistas y calificadoras internacionales. La inversión privada va en picada (en el primer trimestre de 2019 la formación bruta de capital decreció 3.2 por ciento con respecto al mismo periodo de 2018) y la economía se acerca a la recesión (de pronósticos de crecimiento de 2 por ciento, ya vamos en uno por ciento); la calificación a las deudas de Pemex y del sector público se degradó. Pero eso no es todo: el colectivo de la sociedad civil llamado No más Derroches tiene paralizado el proyecto aeroportuario por la vía de los amparos y va por los otros proyectos.

El fin de los privilegios y la construcción de un Estado austero y honesto (otro de los objetivos de la 4T) ha implicado deficiencias del sector público debido a los despidos de personal y recortes presupuestales, generando severos déficits en la prestación de servicios públicos, que van desde una crisis ambiental en CdMx, hasta protestas masivas de policías federales, pasando por el desabasto de gasolina y medicinas y un severo deterioro en la atención en los hospitales; miles de amparos de burócratas de todos los niveles contra despidos injustificados y sin apego a la norma laboral. Millones de personas que eran atendidas por programas cancelados (Prospera, Seguro Popular, Estancias Infantiles) ahora se dicen perjudicados.

Aunque lo anterior no es todo el balance de la 4T, está claro que el saldo hasta ahora es mucho más complicado —por decirlo suavecito— que lo imaginado por AMLO, al grado de que las críticas ahora vienen desde adentro de su equipo de gobierno. La renuncia del secretario de Hacienda atacando la ineficacia e inviabilidad de las políticas económicas y la tolerancia a conflictos de interés; el rechazo de Porfirio Muñoz Ledo a la política de sumisión frente a Donald Trump en materia migratoria y a lo sucedido en Baja California son solo dos ejemplos recientes.

Cada vez hay menos defensores del Presidente. No obstante, su voluntad de seguir por el mismo camino e incluso acelerar el paso sin atender ninguna crítica, ni mostrar el mínimo interés en rectificar lo que todo mundo ve, menos él que siempre tiene otros datos, impedirá que la ruta de la confrontación se profundice. La alternativa: rectificar y convocar a sus críticos. Pero eso sería, desde la óptica presidencial, claudicar. Todo o nada. No pinta bien el futuro inmediato.

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Guillermo Valdés Castellanos
  • Guillermo Valdés Castellanos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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