Los Dallas Cowboys están en un serio problema, y es que la marca de tres triunfos y siete derrotas los tiene con un pie fuera de los playoff. Sin embargo, más allá de eso, el panorama no es muy halagador para el futuro próximo: tienen poca disponibilidad financiera en el corto plazo y muchas carencias de profundidad.
Cowboys es uno de los “equipos grandes” de la liga. No se pueden dar el lujo de andar en el sótano de su división y la conferencia; de ellos siempre se espera que estén en postemporada y, si no llegan mínimo a la final de la conferencia, se le considera un fracaso.
Cowboys, 49ers, Steelers y Patriots son equipos donde no existe mucha paciencia por parte de los aficionados ante los resultados modestos. Son equipos siempre diseñados para pelear llegar a postemporada, y si pasan muchos años sin llegar a Super Bowl, la paciencia se acaba.
Un gran sector de los aficionados del equipo de la “Estrella solitaria” culpa de su mal paso a Mike McCarthy , un entrenador en jefe que desde que llegó no ha convencido a los aficionados. Y es que, aunque ha tenido tres de sus cinco temporadas al frente del equipo, doce victorias no han convencido a una de las aficiones más exigentes de la NFL.
McCarthy, estadísticamente, es uno de los mejores entrenadores de la NFL. Les guste o no a sus detractores, es un ganador. No obstante, también es cierto que no tiene un gran carisma; no suele llamar la atención de los medios de comunicación y su imagen, mediáticamente hablando, está muy por debajo de la que tienen sus jugadores estelares.
Si bien McCarthy ha tenido 11 de sus 18 temporadas superando las 10 victorias, es un hecho que se le complica el trato con “divos”, tal y como le sucedió con los Green Bay Packers y Aaron Rodgers, un jugador todo talento, pero que así como era de bueno para jugar, lo era para crear problemas en el vestidor.
En Dallas, McCarthy tiene una plantilla con tres o cuatro jugadores que cobran salarios estratosféricos, pero que requieren embalarse con jóvenes con salarios modestos para dar buenos resultados, ya que el footbal es un deporte de equipo y de conjunto, por lo que la figura del Head Coach juega un papel fundamental.
Por otro lado, hay muchas voces molestas con el quarterback Dak Prescott, quien no ha sido capaz de brillar en postemporada y siempre se queda cerca de un juego de final de conferencia, lo que demerita sus números estadísiticos en temporada regular, donde es uno de los mejores de la liga.
Prescott es un jugador muy completo, con gran habilidad y visión de campo para jugadas fuera de la bolsa de protección, y con muy brazo para pases de más de 20 o 30 yardas, además de que se le facilita hacer buenos engaños con sus corredores; sin embargo, todas esas aptitudes desaparecen en los juegos trascendentales, como lo son los playoff.
En esta temporada, los Cowboys son un auténtico hospital: tienen a jugadores estelares de la ofensiva y defensiva lesionados, muchos de ellos fuera por el resto del calendario, tales como el propio Prescott y Micah Parsons, uno de los mejores jugadores defensivos de toda la NFL.
Es innegable que Prescott y McCarthy tienen culpa del mal paso de los Cowboys, pero la responsabilidad mayor, a mi parecer, recae en Jerry Jones, el veterano propietario del equipo y quien sigue tomando muy malas decisiones, con fórmulas que funcionaron en los noventa, pero obsoletas hoy.
Sin duda, los Cowboys fueron un hit en la década de los noventa, con jugadores como Troy Aikman, Emmith Smith, Jay Novacek, Darren Wodson, Leon Lett, Ken Norton y compañía; en ese entonces se podía tener muchos jugadores estelares y, aun así, tener buenos suplentes. Hoy el tope salarial no te permite eso, y menos si una gerencia no aplica mucho el término de balance y equilibrio.
Jones quiere dirigir desde las oficinas lo que pasa en el terreno de juego; decide a quiénes se selecciona en el Draft, quiénes coordinan la defensiva y la ofensiva, así como determina las necesidades del equipo. Ahí hace cosas maravillosas en términos financieros, pero no así en la operación del equipo dentro del emparrillado.
El dueño del equipo es magnífico empresario, ahí sí es muy exitoso. Para muestra, un botón: los Dallas Cowboys son el equipo más caro del planeta, con un costo que supera los 10 mil 100 millones de dólares. Sí, leyó bien: 10 mil 100 millones de dólares. Por lo que el señor Jones puede darse el lujo de contratar jugadores buenos, pero que nunca serán fundamentales para ganar un campeonato. Él quiere espectáculo y dólares, y Prescott, Brandin Cooks y Ceede Lamb le garantizan show, más que títulos.
Un dato claro que ejemplifica el probelama de los Cowboys para cerrar la columna: Dak Prescott, Cedee Lamb, Zach Martin, Trevon Diggs, DeMarcus Lawrence y Brandin Cooks, suman en sueldos más de 142 millones de dólares, cuando el tope salarial es de 255 milones de dólares, un porcentaje muy alto si contamos con que el equipo está compuesto de 53 jugadores, por lo que está de más decir que deben repartir poco más de 108 millones de dólares en 47 jugadores.
Vienen tiempos complicados en Dallas. Veremos si deciden hacer una reconstrucción, aunque lo dudo con jugadores tan caros y poco espacio en el tope salarial. Su futuro financiero está comprometido en la contratación de jugadores.