Las alianzas son acuerdos formales entre partidos o actores políticos, donde cada una de las partes aporta fortalezas y se comprometen a ayudarse mutuamente.
La importancia de las alianzas estratégicas y la sinergia natural que se alcanza en esta unificación de intereses se traduce siempre en mejores condiciones para obtener una consolidación de un proyecto.
Esto viene a cuento en el contexto de las campañas políticas que se iniciaron este 15 de abril y donde los candidatos de Morena de la zona sur del estado han logrado sumar a sus filas a personajes con peso específico propio.
Aunque hay excepciones de gente con cartuchos quemados que no dejó un buen recuerdo de sus gestiones pasadas.
En Tampico, Mónica Villarreal Anaya integró a su equipo de campaña el capital político de la ex alcaldesa Magdalena Peraza Guerra; esto incluye a su red de amigos, maestros y liderazgos de algunas colonias.
Sin embargo, para muchos este abrupto giro también generó duras críticas por la volubilidad en sus acciones.
Además, a esos acuerdos como asesores de su campaña Morena incluyó a los ex alcaldes Nicanor Fernández Cabrera, José Rábago Castillo y Álvaro Garza Cantú, de quienes se ignora qué tanto le pueden sumar al proyecto, ante la lejanía de la política que los años han traído consigo.
En Madero, Erasmo González Robledo ha logrado convencer a diversos personajes de ese municipio para sumarlos a su proyecto.
Destacan entre ellos el alcalde Adrián Oseguera, el candidato a diputado local Claudio de Leija, y el líder petrolero y ex alcalde de esa ciudad Esdras Romero Vega, pero será el tiempo el que muestre qué tanto músculo traían dichos personajes.
Por su parte, Armando Martínez Manríquez pactó con el panista Ciro Hernández Arteaga, quien cuenta con cientos de seguidores en Altamira y apenas hace unas horas se le adhirieron los líderes de la CTM y de la CNC, Jaime García y José Enríquez Reyes, respectivamente.
En otro tema, ante la caída de la candidatura a diputado federal del ex gobernador Cabeza de Vaca, también peligran las candidaturas a diputados locales de representación proporcional, por lo que más de uno de la lista cabecista ha de estar temblando o, mínimo, rezando.