Cultura

Una de Valle y otra de Vargas Vila

El profesor aquel, en mis años mozos cuando estudiaba en el ISCYTAC, se apellidaba Mahmud, Por fortuna la memoria humana es porosa: he perdido el nombre que, como dijo el clásico, es arquetipo de la cosa. No importa. 

Del profesor Mahmud recuerdo dos anécdotas invencibles. Una del escritor colombiano José María Vargas Vila. 


Cuando la digo, hoy que soy viudo, se me anubla la conciencia: “Temamos al amor como se teme a la muerte. Por el amor nacemos y por el amor morimos: seamos libres para vivir sin él”: un golpe de peso completo, un mazazo de Mike Tyson. 

 
La otra anécdota tiene que ver con el padre del esperpento y de las novelas de dictadores, con el polifacético de la barba pluvial Ramón María del Valle Inclán. 

 
Se trata de los versos inaugurales de su “Rosa gnóstica”, de sus Claves líricas, de las cuales me sirvo: “Nada será que no haya sido antes./Nada será para no ser mañana./Eternidad son todos los instantes/que mide el grano que el reloj desgrana.”. 

 
Y la cuarteta final, sencillamente estremecedora: “¡Todo es eternidad! ¡Todo fue antes!/¡Y todo lo que es hoy será después,/en el Instante que abre los instantes,/y el hoyo de la muerte a nuestros pies!”. 

Tiempo circular, tiempo cíclico. ¿Leyó Borges a Valle? Por aquello de “Todo sucede por primera vez, pero de un modo eterno”. 


No lo sé. Sí sé, por fortuna, que el profesor aquel, gestor de estas dos anécdotas, se llamaba Alfredo Mahmud. ¡Salve!

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Gilberto Prado Galán
  • Gilberto Prado Galán
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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