Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil dijo muchos denuestos y baldones, que diría el clásico. Resulta que la lectura, que ya de por sí ha sufrido quebrantos desde hace muchos años, cayó a niveles mínimos desde que se mide en México. Así lo registra el Módulo de lectura del INEGI. En 2016, la población alfabeta y lectora llegaba a 80.8 por ciento, en 2023, sólo 68.5. Gilga espera que de un momento a otro el Estado cultural disponga que no se conozcan estas apesadumbradas cifras. Se sabe: si se cierran los ojos, la irritante realidad desaparece.
Mientras tanto, Taibo va por el mundo diciendo que su proyecto es un gran éxito. O el INEGI o el dueño del libro estatal mexicano, uno de los dos miente. Aunque, la verdad la conocemos todos, la culpa la tienen el neoliberalismo y Calderón, dice Gamés, para evitarnos más nudos.
Para este ejercicio, el INEGI considera como material de lectura a los libros (en el último año), revistas (últimos meses), periódicos (última semana) y páginas de internet, foros o blogs (última semana).
Efectivamente la pandemia arrasó con el mercado del libro, eso que ni qué, pero el gobierno no le puso un peso para rescatar al menos una parte de la industria editorial. Leyó usted bien, ni un peso. Otros países lo hicieron, los ricos y los menos ricos, México, cero.
Caída libre
Gil lo leyó en su periódico El Universal en una nota de Janet Aguilar: “El resultado de Módulo de la lectura (MOLEC) 2023 del INEGI ofrece datos que demuestran el fracaso del fomento a la lectura: en 2022, el promedio de libros leídos por los mexicanos fue de 3.9; en 2023 cayó a 3.4”. Van a perdonar a Gil, pero estas cifras son increíbles. ¿En dónde están las personas y los personos (lenguaje incluyente) que leen 3.4 libros al año? ¿En Chiapas? ¿En Guadalajara? ¿En Ciudad de México? Mientras alguien le explica a Gamés este encantamiento, este hechizo de lectores, hay que recordar que Paco Ignacio Taibo concentró el Fondo de Cultura Económica, la Dirección General de Publicación y la red de librerías de EDUCAL. Este proyecto lo llevó a cabo este escritor-editor y comisario comunista sin consultar con nadie, sin debatir con editores y colegas, sin estudiar el estado que guarda la industria de las artes gráficas, sin intercambiar opiniones con la Cámara Nacional de la Industria Editorial. Taibo y sus seguidores mantearon las instituciones de marras y sanseacabó.
Con la pena pero desde que está a cargo del libro el hombre del lenguaje florido, en México se lee menos, se leía poco, cierto, ahora se lee mucho menos. Pero él dice que en las montañas y los senderos, en las veredas y los pueblos pobres se lee como nunca; que si va usted y se asoma a una ranchería, todos interrumpen sus trabajos para leer. Es que de veras.
En la Feria del Libro de Bogotá, Taibo se despachó con el cucharón del puchero. Gil lo leyó en su periódico La Jornada: “hay que compartir que leer es apasionante, revolucionario y transformador”. Anjá, y le faltó añadir, que los de la derecha no leen, porque si leyeran serían revolucionarios y transformadores. Se metió en un pequeño lío. ¿Cómo la ve, Taibo? Sin la menor intención de un albur revolucionario.
Educar y leer
¿Taibo es el culpable de que no se lea en México? No. Le ha dado su ayudadita Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la SEP y su asesor Sady Arturo Loaiza, el venezolano chavista que diseña los contenidos de los libros de texto. Y desde luego la invisible secretaria de Educación, Gilga ni se acuerda de su nombre.
Según el estudio “Comportamiento lector y hábitos de lectura” del Centro Regional para el Fomento de la Lectura, el promedio de libros leídos al año en México está por debajo de España (10.5), Portugal (8.5), Chile (5.4), Argentina (4.6), Brasil (4). Y todos muy lejos de Finlandia (47). No somos nada.
El presidente Liópez debería decir que nuestro sistema de salud será mejor que el de Dinamarca y que los mexicanos leerán más que en Finlandia. Y todos felices y contentos.
Todo es muy raro, caracho, como diría Edmund Wilson: “No hay dos personas que lean el mismo libro”.
Gil s’en va