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¡Encuentren a Catarino!

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Gil puede asegurar que la búsqueda del periodista, muerto en 1895, y tal vez en la Isla Colón, es la más bufonesca de todas las historias del sexenio de Liópez, y miren que hay para dar y repartir, pero esta es inigualable, el delirio en la cúspide...

El reportaje de Wendy Selene Pérez publicado en Animal Político no tiene desperdicio. En un mundo menos delirante merecería un premio de periodismo. Con un dron de carga y un georradar especial llevados desde la Ciudad de México, dos expertos mexicanos entrenados en la búsqueda de las decenas de miles de personas desaparecidas en el país, sobrevolaron el área a metros del mar de aguas cálidas y verdeazules de Isla Colón, la isla más poblada del pintoresco archipiélago de Bocas del Toro, en la esquina noroeste del istmo de Panamá.

Buena la prosa, sencilla y clara: tomaron muestras del suelo del cementerio antiguo de la isla y registraron la profundidad y el ancho de las tumbas. Aplicaron la fotogrametría, algo como topografía pero con drones, y lograron imágenes aéreas de todo el cementerio y un escaneo 3D. La lluvia complicó la tarea porque ni el georradar ni el dron podían mojarse.

En ese viaje del 9 al 27 de julio del 2023, dos especialistas de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas y un ingeniero que trabajó en el proyecto del Tren Maya, siguieron las pocas pistas obtenidas tras largos meses de investigación documental sobre el olvidado periodista revolucionario Catarino Erasmo Garza Rodríguez.

Gil imaginó la voz de mando en la casa presidencial: ¡encuentren a Catarino! Es una orden: La primera pista, y la más importante, provenía del libro de un historiador y conservador del siglo XIX llamado Donaldo Velasco, quien escribió que el cuerpo del revolucionario Catarino Erasmo Garza fue abatido la madrugada del 8 de marzo de 1895.

La segunda pista, aún más enloquecida, surgió de periódicos y otras publicaciones de la misma época: esa “fosa profunda” estaría en la Isla Colón y, según esos escritos, Garza y algunos de sus compañeros fueron transportados por un camino de tierra hacia el área del panteón y arrojados a una fosa, sin cruces ni epitafios.

La tercera pista provenía de meras especulaciones, del testimonio de una familia que sugirió buscar en una tumba con una cruz invertida porque esa era una señal de que las personas que habían sido enterradas en ese sitio eran consideradas personas no gratas.

Historia chocarrera

Gil no da crédito y cobranza: los dos expertos en búsqueda de la CNB y el ingeniero del Tren Maya registraron con su tecnología 10 lugares con “anomalías”, 10 sitios donde el georradar detectó pozos más profundos o más anchos en la tierra.

Gil puede asegurar que la búsqueda del periodista Catarino Erasmo Garza, muerto en 1895, y tal vez en la Isla Colón, es la más bufonesca de todas las historias del sexenio de Liópez, y miren que hay para dar y repartir, pero ésta de don Catarino es inigualable, el delirio en la cúspide. ¿Buscar con toda la tecnología a disposición del gobierno el cuerpo de un periodista asesinado hace 129 años, no es una locura?

Una locura para carcajearse en el suelo si no fuera una terrible ofensa contra las madres buscadoras, por ejemplo, y para las familias de los 113 mil desaparecidos durante la imparable violencia mexicana que ha llegado a su punto más alto en el gobierno de Liópez.

Límites

Nadie reconoce sus límites, medita Gilga, pero la verdad habría que medirse. En julio de 2023, el arqueólogo panameño Carlos Fitzgerald viajó de la capital de Panamá a Isla Colón para reunirse con la diplomática de México, Laura Beatriz Moreno Rodríguez, y el arqueólogo de la CNB, Ramiro Vivero Ardito. Recorrió con ellos el panteón y vio el trabajo de muestreo con el escáner 3D, el georradar y el dron. “Buscar a Catarino Garza es como buscar una aguja en un pajar”, dijo el arqueólogo panameño Carlos Fitzgerald en una entrevista con Animal Político después de esa visita.

Y un pajar grande, de esos inconmensurables. El gobierno mexicano ha pasado tres años intentando dar con su cuerpo y, durante ese tiempo, ha gastado por lo menos 9.5 millones de pesos, una estimación conservadora de lo que ha sido posible comprobar con base en una treintena de documentos obtenidos por medio de la ley de transparencia tanto en México como en Panamá, y entrevistas con funcionarios y ex funcionarios de ambos países. Sigan buscando a Catarino, no dejen.

Todo es muy raro, caracho, como diría Calderón de la Barca: “La intención hace el agravio”.

Gil s’en va


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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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