Uno de los sucesos que, la semana pasada, ocupó la atención internacional, sin duda fue la visita del Papa FRANCISCO a Chile.
En ella hubo una serie de incidentes –algunos candentes- que rubricaron su gira a ese país.
¿Cuáles fueron?
Entre otros: mensajes intimidatorios y amenazas de muerte contra el Papa argentino.
Protestas violentas y manifestaciones de repudio a la presencia del Pontífice.
Más de medio centenar de estudiantes detenidos, nueve actos de vandalismo en iglesias, dos parroquias incendiadas, tres helicópteros calcinados.
Dieciocho mil agentes de seguridad evitaron que las cosas llegaran a mayores e hicieron que el recorrido del Papa fuera tranquilo, pero esto fue a fuerza del despliegue de un imponente dispositivo.
¿Qué causas motivaron esto?
Ante todo, una Iglesia chilena conservadora, elitista, alejada de la gente, y con el más alto desprestigio en América latina.
Sumado a ello, crisis de legitimidad de la Iglesia motivada por la pederastia consumada por sacerdotes católicos chilenos que se transformó en escándalo y se tradujo en la sombra que acompañó al Papa durante su gira.
El caso más notorio fue el de FERNANDO KARADIMA, que opacó las peticiones de perdón del Papa FRANCISCO, principalmente, cuando en su encuentro con las víctimas del abuso sexual, el Vicario de Cristo volvió a calificar como falso el encubrimiento del obispo de Osorno, JUAN BARROS, en favor del cura pedófilo, al expresar: "no hay una sola prueba en su contra".
A lo anterior se adiciona lo sucedido en Temuco, capital de la provincia de Cautín de la región de La Araucanía, uno de los destinos elegidos por el Papa.
En ese sitio, epicentro del conflicto del pueblo originario de los mapuche, el prelado envió un mensaje a los grupos más radicales.
Ahí, respaldó su lucha y condenó la violencia, ya que denuncian discriminación y usurpación de sus tierras ancestrales.
Sin embargo, desilusionó al no pedir perdón, como ha hecho con pueblos originarios de otros países de la región.
Además, tanto en la misa en Maquehue como en el posterior desayuno, hubo invitados y tradiciones mapuches, pero los históricos dirigentes de la comunidad arguyeron que no fueron tomados en cuenta.
En fin, a diferencia de sus otros cinco viajes a América Latina: Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Cuba, México y Colombia, no hubo ese ambiente festivo en las calles, la cortedad de fieles fue sorprendente ya que la organización fue demasiado escrupulosa.
