La llegada de Alicia Bárcenas a la Secretaría de Relaciones Exteriores es una oportunidad para relanzar la política exterior mexicana.
Bárcenas cuenta con amplia trayectoria dentro de la diplomacia internacional, fue directora ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) por 14 años (2008-2022), además de ocupar distintos puestos dentro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
López Obrador antes de tomar protesta como presidente de la República dijo que la política exterior de México se centraría en el siguiente apotegma: “la mejor política exterior es la política interior”.
En lo que va del actual Gobierno Federal la política exterior mexicana se ha enfocado en reforzar las relaciones bilaterales con gobiernos de Latinoamérica (afines al espectro ideológico de López Obrador), descuidando, por otro lado, relaciones diplomáticas de México con otros países del mundo.
Bárcenas debido a su trayectoria y seriedad profesional tiene la oportunidad de presentar un nuevo paradigma de la política exterior mexicana: estrechar lazos con aquellos pares latinoamericanos que no necesariamente tengan afinidad ideológica con el presidente, posicionar a México ante temas trascendentales que se están debatiendo en organismos internacionales como la inteligencia artificial, el internet de las cosas, cambio climático, nuevas carreras profesionales del futuro y automatización del empleo; temas que desafortunadamente no se están debatiendo en México.
Con la experiencia adquirida en la CEPAL, la diplomática mexicana debe reposicionar la agenda política de México en Latinoamérica, recuperar el liderazgo perdido y ser de nueva cuenta el gigante de la región, lugar que ha sido ocupado por Brasil en virtud de que el gobierno brasileño, desde la primera gestión de Lula Da Silva en 2002, impulsa a través de los distintos organismos y foros regionales una agenda económico progresista de mutuo interés entre los países de Latinoamérica.
La relación con Estados Unidos es la más importante que tiene México, una relación que tiene un desgaste de 2017 a la fecha, en la que la confianza entre ambos socios se ha venido degradando.
Bárcenas tiene un reto por delante: que la agenda bilateral con el vecino país del norte sea de cooperación no solo en temas de seguridad y migración, sino también de reforzamiento en el tema comercial, se tienen que detonar proyectos de inversión público-privados en inteligencia artificial, invertir en internet de las cosas, apoyar a las cadenas de valor regionales, impulsar proyectos que favorezcan a la protección del medioambiente y promover más inversión en ciencia y tecnología.
Por el bien de México esperemos que Bárcenas haga un excelente papel al frente de la Cancillería.