Bruce Willis, con demencia frontotemporal, ha empeorado al nivel de ya no reconocer a su ex esposa Demi Moore ni a otras personas.
Dice su familia que empezó con fallas de la memoria que lo llevaron al retiro y ha dejado de leer y no puede comunicarse con los demás.
Aún conserva parte de su extraordinaria personalidad y se ve de repente sonriendo. Es difícil imaginar el dolor de sus seres queridos desde que Bruce empezó a desconectarse de la realidad.
El mismo drama experimentan muchas familias ante las demencias y resulta complejo definir qué duele más: si la ausencia física o la permanencia del cuerpo sin la personalidad que conocemos.
Son padecimientos neurológicos que provocan que el alma y la mente se retiren a un rincón quizá del cerebro o algún sitio desconocido.
En algunos casos la degeneración celular va destruyendo casi todas las cadenas de memoria y es necesario el internamiento con cuidados especiales.
No todas las ausencias implican una partida física: la familia vive un duelo en tres etapas frente a las demencias seniles: primero cuando la mente se ausenta hasta que la persona ya no reconoce a los suyos ni a sí mismo, después cuando tiene que internar al paciente, y por último cuando llega su partida física.
Por eso se vuelve tan relevante el no descuidar las demostraciones de afecto a los nuestros día tras día; porque no sabemos si ellos o nosotros estaremos al volver a casa.
Porque no sabemos si nuestra mente y cerebro serán los mismos al día siguiente.
Basta un pequeño “alambrito” que se desconecte en nuestra cabeza, un grupo de neuronas que un día deciden ya no comunicarse entre sí, y dejamos de ser los mismos que fuimos siempre.
Nada podemos dar por sentado, y sería irresponsable ignorar la fragilidad de nuestra mente, la transitoriedad de nuestra vida en la tierra.
¿Mirará Demi Moore de vez en cuando “Sexto Sentido” además de los videos familiares para recordar al hombre que era su esposo?
Tomemos más fotos y videos construyendo momentos significativos para recordar que no perdimos el tiempo. O para que no nos olviden.
Un simple café por la mañana, si lo tomamos juntos, llega a ser un instante memorable.
