Cultura

Esclavos de la ira

  • Semillas de conciencia
  • Esclavos de la ira
  • Gabriel Rubio Badillo

Se nos ha vuelto común enterarnos de crímenes horrorosos y nuestra capacidad de asombro ha ido en descenso. Los ataques de ira repentina son el escenario común en muchas de las tragedias en donde, por los motivos más banales y absurdos, la gente llega a perder el control y saca a flote lo peor que lleva dentro.

Hemos sabido que es importante dejar salir las emociones. Dejarlas fluir. Que si las reprimimos o la dejamos acumular, los resultados pueden ser perjudiciales para nuestra salud.

Pero la única emoción que en lugar de disminuir, empeora, si la dejamos salir de inmediato, es la ira.

La ira pertenece a un circuito cerebral específico con funciones muy primitivas y relacionadas con la supervivencia. Son nuestros vestigios del cerebro reptil, centrados en la amígdala y el hipotálamo.

Cuando la ira comienza a ascender, si le damos libre cauce, va a tomar el control por entero del cerebro, y a bloquear eléctricamente la capacidad de pensar y razonar.

Nos va a hacer actuar como un animal primitivo acorralado y va a generar una respuesta frecuentemente desproporcionada al estímulo.

Eso le ocurre a una persona que comete un asesinato e instantes después, reacciona y se percata del tamaño de la tragedia y del problema tan grave en el que se ha metido.

No logra entender el porqué de semejante locura. No da crédito a los alcances que tuvo su conducta, que lo llevó a ignorar que ese acto seguramente iba a llevarlo a pasar el resto de su vida en la cárcel.

Durante un asalto de la ira, desde el sistema límbico al resto del cerebro, la lógica deja de funcionar, lo que nos distingue como humanos del resto de los animales, se esfuma en cuestión de segundos y llegamos a hacer cosas monstruosas.

Una pregunta importante es si todos, bajo determinadas circunstancias, podríamos ser capaces de reaccionar de esa manera. Probablemente sí.

Lo que nos detiene son nuestros valores, nuestra educación emocional, y por supuesto, el nivel de gravedad de una situación.

Nuestra calidad espiritual como seres humanos es un factor determinante para convertirnos en un ejemplo de nobleza, incapaces de matar a una mosca o en un monstruo homicida que no se detiene ante nada.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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