Uno de los mayores retos de nuestros hijos es el lograr sentirse abrigados en un grupo; saber que pertenecen, que se parecen a los demás, que comparten sentimientos y gustos en común y que al mismo tiempo son reconocidos en su unicidad e individualidad.
Y esa tarea corresponde justo a la familia. Además de amarlos, educarlos y cuidarlos, tenemos que lograr que se sientan integrados. Una de mis alumnas de Liderazgo Juvenil, escribió de una manera muy clara y realista la experiencia del “pertenecer”. Ella se llama Rita Aymara Guerrero Molar, y comparto aquí su texto de manera íntegra:
“El sentido de pertenencia, para nosotros los adolescentes, consiste en sentirnos aceptados por las personas que nos rodean, y no solo eso, sino también incluidos, ya sea en la familia, con nuestros amigos, en la escuela o en la comunidad. Al sentirnos parte de estos, nos sentimos seguros. Sentimos que importamos y que nos valoran tal como somos.
¿Por qué es importante? Porque comenzamos a cuestionarnos sobre nuestro propósito, nuestro lugar en el mundo y nuestra identidad. Es importante porque no solo nos encontramos a nosotros mismos, sino que también reconocemos nuestro entorno y sabemos que somos aceptados tal como somos.
¿Cómo se construye? A lo largo de nuestro proceso de adolescencia, vamos creando lazos que dan forma a este sentimiento. Esto ocurre cuando nos sentimos escuchados y respetados; cuando formamos amistades basadas en la confianza y el respeto mutuo; cuando sabemos que no seremos criticados ni juzgados por ser quienes somos.
“Pertenecer no es perderse entre otros, sino hallar un rinconcito donde el alma respire y el corazón sepa que es bienvenido”.
Después de leer la opinión de Rita me gustaría que te preguntaras: ¿cómo va en tu familia esa tarea? ¿Qué tan cerca y qué tan aceptados se sienten tus hijos? Sea cual sea la respuesta, hay una pregunta aun más importante: ¿Qué decidimos hacer a partir de hoy, como padres, para que el sentido de pertenencia sea una tarea exitosa que logremos compartir con nuestros hijos?
Ámalos como son y ayúdalos a mejorar. Pero asegúrate de que tu casa sea para ellos, su lugar más seguro.