Política

El resquebrajamiento de la narrativa

  • Columna de Frank Lozano
  • El resquebrajamiento de la narrativa
  • Frank Lozano

A López Obrador se le está gastando la fórmula para ocultar los fracasos de su gestión. La nueva ocurrencia, “el quién es quién de las mentiras”, coloca a la presidencia de la república al nivel del programa televisivo, Laura en América.

Amlo se ha convertido en un chiste. El otrora genio comunicador y último refugio de la investidura presidencial, es un mico circense que cada día supera su capacidad de ridiculizarse. La carencia de resultados de su gestión, ha dado paso a la verdadera dimensión del otrora líder social, la del conductor de fake news.

El gran espacio de comunicación, llamado, la mañanera, —cuyo propósito era generar un diálogo circular entre el primer mandatario, los medios y las audiencias—, mutó hasta convertirse en una desagradable puesta en escena que, lejos de servir como un marco de referencia para la transparencia y la rendición de cuentas, degeneró en una plataforma para el vilipendio y en epicentro nacional de desinformación.

La mañanera es espacio para el insulto, para la venganza, para la purga ideológica y especialmente, para que el presidente desfogue sus fobias. La poderosa fuerza de la voz presidencial, necesaria para colocar agendas, se ha reducido al balbuceo de un hombre hueco, un dicharachero vulgar, incapaz de sustentar sus afirmaciones con datos, y de cuya boca únicamente brotan fantasiosos panegíricos de lo que podríamos llamar, el evangelio fallido del mesías tropical.

En su desbocada carrera hacia el ridículo, el tabasqueño lenguaraz ha arrastrado a su gabinete. Las 55 mil mentiras que ha proferido son correspondidas con 55 mil silencios de quienes lo acompañan en la loable labor de destruir al país.

El puñado de personajes serviles que hacen eco de las fantasías amlianas, es fortalecido con una pléyade de moneros y uno que otro articulista con déficit de escrúpulos, que aún se animan a defender lo indefendible.

Mientras eso sucede, el país observa y resiste. Su base, cada vez menor, aplaude y replica las consignas, pero cada día que pasa, se van quedando solos. Amplias capas de la población comienzan a ser indiferentes a lo que diga y haga López. Investigadores, médicos, empleados, mujeres, miembros de la comunidad cultural, académicos, pequeños emprendedores dan cuenta de que, el rey, además de chiquito, va desnudo.

En su terquedad, el habitante del palacio nacional no le queda de otra que profundizar los enconos y las estupideces y con ello, lejos de corregir, ampliar las grietas entre quienes ya no le creen y él.

Sin duda, el presidente seguirá generando distractores, sus cortinas de humo serán visibles en los cuatro puntos cardinales, sus disparates estarán presentes en las redes y en los medios, pero, ya pocos le creerán.

Amlo ha condenado a su palabra y con ella, su credibilidad. La demagogia, las mentiras y la sobreexposición lo están convirtiendo en el loco del pueblo. Al final de su sexenio, cegado, no sabrá donde acomodar el rechazo que cultivó cada día entre quienes agravió sistemáticamente. Su megalomanía será vista como una mala anécdota nacional. Su lugar en la historia, estará entre los bufones.

Frank Lozano


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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