1. Desde los filósofos presocráticos, pero especialmente con Aristóteles, se creyó que la naturaleza estaba compuesta por cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. Esta composición fue incluida en la literatura posterior. Pedro Calderón de la Barca se refiere a ellos en La vida es sueño y Shakespeare en Hamlet. Hay un conjunto de rock que así se llamaba en los setenta, pero sin la palabra agua.
2. Después del Renacimiento, con el avance de las ciencias experimentales, dejó de definirse la estructura de la naturaleza con base solo en esas cuatro dimensione. Sin embargo, y conforme han aparecido otros fenómenos naturales como el cambio climático, que están rigiendo las explicaciones en torno el comportamiento del medio ambiente, de vez en vez regresamos a fijarnos…
3. … en ese cuarteto, pero ahora como enemigos de la humanidad, causantes de las más impresionantes tragedias. El fuego, por ejemplo, que arrasó con la Amazonía hacia fines del año pasado, ahora ha causado ¡mil millones de animales muertos! por los incendios forestales en Australia. ¿Y el agua? Hay tsunamis que han acabado con cientos de miles de personas, y entre nosotros una lluvia fuerte…
4. … y prolongada ocasiona innumerables estragos. Los tornados son asesinos por naturaleza en no pocas regiones y de terremotos mejor ni quieren acordarse en la Ciudad de México. Total, pareciera que los cuatro elementos se han confabulado para hacernos la vida imposible, cuando no es así. No hemos sabido armonizar el estudio de la naturaleza con el respeto y utilización de sus productos.
5. El plástico es un buen ejemplo. De ser uno de los grandes inventos del ser humano, con muchísimas bondades, pasó a ser un atentado ecológico, por no ser biodegradable. Prohibir, entonces, la distribución de esas bolsas en centros comerciales y tiendas de conveniencia no es la solución a la crisis climática que vivimos, pero sí es un paso importante. Necesitamos acostumbrarnos a llevar la propia.
6. Solo cambiando nuestra mentalidad de explotación podremos convivir en paz con la naturaleza. Necesitamos pasar de considerarla como un objeto –de consumo y hasta de estudio– a tratarla como un sujeto, necesitado, sí, de ayuda y colaboración por parte de los seres humanos, pero vivo e independiente, con sus propios ciclos de desarrollo, frágil y poderoso al mismo tiempo.
7. Cierre ciclónico. No se necesita ser un analista profesional en política internacional para llegar a la conclusión de que asesinar a Qassem Soleimani, el poderoso general iraní, ha sido un movimiento distractor de Donald Trump, al mismo tiempo que una medida electoral, para ganarse el voto de los belicistas norteamericanos. Lo paradójico es que va a ganar de nuevo, con toda seguridad.
papacomeister@gmail.com