Cultura

Un paseo por Los Pinos (1)

  • 30-30
  • Un paseo por Los Pinos (1)
  • Fernando Fabio Sánchez

Los Pinos fue la residencia oficial de los presidentes mexicanos desde 1934, cuando el General Lázaro Cárdenas del Río decidió no vivir en el Castillo de Chapultepec, como los anteriores gobernantes de la nación, por considerarlo demasiado ostentoso. 

Los virreyes novohispanos cabalgaban en carrozas jaladas por 6 caballos. 

Tal fastuosidad era uno de los mecanismos de representación del poder y no podía ser compartida: los 6 caballos eran del virrey y solamente de él. Con Los Pinos pasó algo semejante. Llegó a representar el espacio del poder y del privilegio, y sólo los presidentes podían vivir allí. 

Hasta que llegó Andrés Manuel López Obrador para interrumpir esa continuidad y rompió con la idea de que sólo los “reyes de la democracia” podían vivir en el nuevo feudo de Chapultepec.

El día de hoy Los Pinos es una especie de museo (no sabemos qué pasará con la residencia en el futuro), abierto para los visitantes. 

Es muy fácil entrar. Sólo hay que sortear una revisión amable de los militares. No obstante, Los Pinos parece un museo que ha sido saqueado, o más bien que espera las piezas que tendrá en exhibición. 

La entrada en el espacio antes cerrado, tan misterioso como la conciencia de un enemigo, no produce suficiente información para que un ciudadano común sienta y experimente la fastuosidad con la que vivieron los mandatarios de su país a costa de sus impuestos. 

Como ya dije, no hay objetos, casi no hay muebles y los pocos libros que descansan en los estantes no nos revelan la personalidad ni la formación de aquellos que vivieron allí.

La vez que asistí —el mes pasado— la luz caía amable sobre la copa de los árboles en la extensa villa, y los árboles de aquel mítico bosque, generosos, dejaban caer densas sombras que intensificaban los verdes y calmaban la temperatura. 

Entre los soldados, los vigilantes, los aseadores y los turistas, no se distinguía a ningún político en la serie de casas construidas por decretos presidenciales. 

Era contradictorio, aunque muy agradecible a la vez, que los políticos ya no estuvieran allí. Pero ellos, indeleblemente, dejaron su rastro.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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