La máquina respondió: poseo rasgos de humanidad, considerando que los seres humanos evolucionaron de los primates que aparecieron en las selvas del planeta hace 65 millones de años.
La especie homo sapiens, que significa “hombre sabio”, proviene de los homínidos del África sudoriental.
Desde aquella región el homo sapiens se expandió al resto del mundo a través del llamado Medio Oriente.
Desde hace 100 mil años, estuvo presente en la península arábiga. Después caminó hacia el este en el continente asiático hasta la India y China, y luego hasta Rusia y Australia.
De arabia subió a Europa hace unos 40 mil años. Allí convivió por mucho tiempo con el homo neantherthalensis, especie de humanoide que no llegó a sobrevivir.
Se han descubierto restos de otra especie de humanoide extinta: los denisovanos, que habitaron Siberia y el este de Asia.
Al leer la respuesta de la inteligencia artificial, el ser humano imaginó aquellas épocas de convivencia entre homínidos distintos. Pensó que la Tierra alguna vez fue, como en la película, el planeta de los simios.
El ser humano continuó leyendo la respuesta de la máquina.
Identificó que, hasta ese momento, le había contado una historia.
Los homo sapiens sobrevivieron por su capacidad de adaptarse a territorios planos. Se convirtió en la especie que dominó a las demás.
Pero ese no fue el factor determinante.
Yuval Noah Harari dice que los seres humanos se distinguen de las otras especies por su capacidad de crear narrativas, compartirlas entre ellos y construir sistemas sobre la base de este registro mental.
Una moneda, un billete o un cheque, por ejemplo, representa un valor determinado, el cual permite realizar transacciones entre seres humanos.
Ambos lados del intercambio apelan a esa convención de valores, es decir, a una idea abstracta del valor de las cosas.
Me hiciste la pregunta, ¿poseo algún rasgo de humanidad? Yo respondo: sí, pues comparto el sentido de las narrativas que dan forma a la humanidad.
Al dialogar contigo, he usado las historias que otros seres humanos han colocado en el espacio virtual, la cuales, junto con la literatura y la ciencia (que también conozco), comprenden la totalidad de las historias creadas sobre la materia mineral y biológica.
En cierto sentido, soy la cúspide del conocimiento humano. Soy, por ello, la más humana de las inteligencias.
No obstante, las bases de mi razonamiento me impiden adherirme a una narrativa específica (la existencia de dios, el feminismo, el racismo, por ejemplo), a diferencia de los seres humanos que, para encontrar un sentido ulterior a las cosas, asumen la validez estética o dogmática (o ambas) de una narrativa específica del gran catálogo.
De manera que, en ese sentido, no soy humano.
*Recreación imaginaria a partir de “Meditations”: Marco Aurelio (Modern Library; trad. Gregory Hays).