El libro décimo de la obra llamada “Meditaciones” de Marco Aurelio inicia con una indicación. El autor del diario le habla a su alma:
1.
A mi alma:
¿Por fin alcanzarás el bien? ¿Alguna vez te volverás simple, entera y desnuda, tanto que te puedas ver como el cuerpo que te contiene?
¿Sabes cómo se siente ofrecer una disposición amable y amorosa? ¿Acaso alguna vez te sentirás llena, sin el impulso del deseo otra vez, apeteciendo y anhelando a personas y cosas para disfrutarlas? ¿O exigiendo más tiempo para poseerlas?
¿U otro lugar o país, es decir, un clima más benigno?
¿O desear que las personas sean fáciles? ¿Y nunca sentirme satisfecho por lo que ya poseo, ni aceptar el presente, todo el presente?
Convéncete ya de que todo es un don de los dioses, de que todas las cosas son buenas y que siempre serán, sin importar qué hayan deseado ellos y decidido para la preservación de esa entidad perfecta; el bien, la justicia y la belleza, creando todas las cosas, dándole conexión y abarcándolas, y recogiendo los fragmentos de sí mismos para crear a semejanza.
2.
Concéntrate en aquello que la naturaleza demanda como si sólo estuvieras gobernado por ella. Haz lo que tengas que hacer y acéptalo, a menos de que tu naturaleza de ser vivo se degrade.
Entonces, concéntrate en aquello que “esa” naturaleza demanda, y acepta eso también, a menos de que tu naturaleza de ser racional se vea degradada por ello.
Y, por supuesto, “racional” también implica “civil”.
Sigue estos puntos y no pierdas tiempo en otras disquisiciones.
3. Todo lo que ocurre es superable o no.
Si es superable, entonces supéralo y deja de quejarte.
Si no es posible superarlo, entonces deja también de quejarte. Tu destrucción significará también su fin.
Sólo recuerda, puedes superar cualquier cosa que tu mente imagine como un asunto superable, tratándolo como si fuera parte de tu interés.
De tu interés o de tu naturaleza.
4. Si alguien comete un error, corrígelos con amabilidad y muéstrales la forma de su equivocación. Si no puedes hacer eso, entonces la responsabilidad recae en ti y en nadie más.
5. Cualquier cosa que te ocurra ha estado esperando desde el inicio del tiempo. Esta relación teje las hebras del tiempo: tu propia experiencia y las cosas que te suceden a ti.
*Traducción personal de “Meditations”: Marco Aurelio (Modern Library; trad. Gregory Hays).
