El señor Coleman, encargado del bloque 2 del asilo Broadmoor para dementes criminales, dijo que el doctor Minor se acercó a la puerta inferior, que estaba cerrada, y gritó:
“¡Será mejor que llamen al jefe de los médicos ahora mismo! ¡Me he hecho una herida!”
Eran las 10:55 de la mañana del 3 de diciembre de 1902.
El señor Coleman envió al oficial Harfield por el médico hasta la enfermería, mientras que él intentó asistir al doctor Minor.
Cuando lo tuvo de frente, el doctor Minor le dijo: “Me he cortado el pene”.
Añadió que lo había atado con un hilo y que eso había detenido la hemorragia. Fue en ese instante en que el señor Coleman vio lo que el doctor había hecho.
El doctor Baker y el doctor Noott llegaron a la celda del doctor Minor, el preso 742. Luego, a las 11:30 am, lo llevaron a la enfermería en el ala B-3.
El señor Coleman dijo que esa mañana el doctor Minor había hecho su caminata habitual antes del desayuno y que luego había desayunado.
Apenas habían hablado los dos a las 9:50 en el pabellón 3 y el doctor lucía como siempre.
Pero ¿qué significa “lucir como siempre”? Si el tiempo fluye y hay cambios interiores, ¿podríamos afirmar que somos los mismos, que nuestra apariencia es la misma y que el día terminará como los demás?
Y es que el doctor Minor había estado planeando su mutilación desde hacía algunos días, meses quizá. ¿Quién lo sabe en realidad?
Deshacerse de su miembro significaba para el doctor Minor un acto necesario por medio del cual alcanzaría la redención.
Recordemos que el doctor Minor había nacido en la isla de Siri Lanka en junio de 1834 y que a los trece años sintió deseo por las muchachas de piel moka, sonrientes y desnudas, que recorrían las playas.
Aquella piel mojada y brillante, y los pezones apenas como un capullo, y el cabello largo y las piernas retozonas, nunca abandonaron su cabeza.
Chicas con flores insertadas en la oreja, que jugaban o corrían sin vergüenza en la arena mientras regresaban a casa.
Aquellas visiones iban a perseguir al doctor a lo largo de su vida, aquella ambivalente experiencia del paraíso.
Recordemos también que el doctor Minor creía que niños estaban escondidos en las vigas del techo y que, cuando él dormía, bajaban para administrarle cloroformo.
Luego, los niños lo obligaban a realizar actos indecentes, ya fuera con ellos mismos o con las mujeres en las que constantemente soñaba, entre las cuales, podemos casi afirmar, se encontraban las mujeres de Siri Lanka.
Y es que aquellos sueños eran constantemente sexuales.
Al despertar, decía que había sido raptado por presencias que habían entrado por las paredes al cuarto y que de allí lo llevaban hasta la región de Constantinopla.
Allá, era obligado por las presencias a realizar actos obscenos en público. “¡Quieren convertirme en un proxeneta, en un padrote!”, gritó más de una vez por la mañana.
Inclusive cuando el doctor Minor supo que el aeroplano había sido inventado por los hermanos Wright, el rapto se llevaba a cabo por este medio.
Tomemos en cuenta también que el doctor Minor había intentado hacerse daño.
Con más precisión, le había pedido a uno de sus compañeros de bloque que lo acuchillara en el cuello y le daría a cambio todas sus posesiones.
Pero en esta ocasión de 1902, el doctor Minor había decidido realizar él mismo el ataque y dirigió la agresión a su centro, locus e instrumento de sus malas acciones.
Podríamos afirmar que, por medio de ese acto agresor, Minor intentaba reescribir de una vez por todas su definición de masturbador compulsivo (habitualidad que lo había perseguido a lo largo de los años).
*Recreación basada en The Professor and The Madman (1988) de Simon Winchester.