Política

Las encuestas y Morena

Programas sociales, la dificultad para encuestar a clases medias y altas pueden ser la explicación del sesgo. Aunque la propaganda es la variable clave

Durante 2024, se han publicado 30 encuestas de casas de investigación reconocidas sobre la elección presidencial. Es decir, una cada dos días y medio. En general, México es un país en donde se hacen pocos levantamientos demoscópicos si nos comparamos con Estados Unidos o Reino Unido. La variedad de resultados es sorprendente. Vea usted. En febrero de este año, la encuestadora Demotecnia publicó que Claudia Sheinbaum (CS) ganaría con el 80% de los votos frente al 18% de Xóchitl Gálvez (XG). El 15 de marzo, por el contrario, la casa encuestadora Áltica colocó a CS 14 puntos por encima de XG (51-37%). Estaremos de acuerdo que es difícil creer los datos de Demotecnia que parecen más de la Rusia de Putin que otra cosa. El promedio de encuestas que registra el portal Oraculus pone a la morenista 26 puntos por encima de la candidata de la oposición.

El problema es que, durante este sexenio, las casas encuestadoras no han dado pie con bola. O muy pocas se han acercado a los resultados en las urnas. Recordemos la elección federal de 2021. Las encuestadoras, en general, se quedaron muy lejos de reflejar la cercanía demoscópica entre la coalición oficialista y la coalición opositora. Al final, la distancia fue de 4 puntos entre bloques. Y si sumamos a Movimiento Ciudadano a la oposición, la realidad es que Morena perdió las elecciones intermedias. Algo que pocas encuestadoras presagiaban. Recuerde usted la elección del Estado de México. Fue la campaña de la inevitabilidad: Delfina Gómez va a ganar, hagan lo que hagan. Al final, la distancia fue de 8 puntos. No es menor, pero con estos datos sobre la mesa la campaña hubiera tenido un color distinto. Se decretó, por las casas encuestadoras, que el resultado estaba escrito sobre piedra antes incluso de que la ciudadanía saliera a emitir su voto.

La última publicación de Grupo Reforma, que históricamente ha logrado acercarse mucho a los resultados, vuelve a arrojarnos distancias que lucen insuperables. No obstante, hay elementos que no cuadran: ¿cómo explicar que el presidente subió 11 puntos de aprobación -hasta 73%- en menos de tres meses? ¿Ha habido algún acontecimiento que detone ese subidón? ¿Alguna decisión? No identifico cómo un presidente que batalla todos los días contra una crisis seria de violencia en el país pueda crecer como la espuma a niveles demoscópicos que no tenía ni en sus primeros días de Gobierno. Y es llamativo que otras encuestadoras como El Financiero o Consulta Mitofsky coloquen al presidente entre los 55 y los 58 puntos de aprobación. Alguien no nos está diciendo la verdad, estas diferencias escapan por mucho los márgenes de error.

Las encuestas y Morena. Enrique Toussaint
Las encuestas y Morena. Enrique Toussaint

Parto de la idea de que la mayoría de los encuestadores son honrados y no se prestan a alterar las preferencias de la ciudadanía. Tal vez es mucho asumir, pero así lo creo. Al menos las casas encuestadoras con mayor seriedad que son las que recoge Oraculus, llevan sus buenos años en el mercado y no se prenden y se apagan en cada ciclo electoral. Frente a esta realidad veo tres problemas.

El primero, no están sabiendo detectar al elector de clase media y alta que ya fue clave en 2021. O lo detectan, pero no tienen forma de conseguir entrar a sus casas. En el caso de Jalisco, de acuerdo con los datos del INEGI, seis de cada 10 hogares son de clase media, media-alta y alta. No obtener esa información es no entender la lógica de la política contemporánea en México. Desde 2018, el voto en México tiene un grado elevado de relación con la dimensión socioeconómica. Mejor posición económica y mayor educación, menos posibilidad de votar por Morena. Y al contrario, mayores dificultades económicas y menor grado educativo, mayor posibilidad de apoyar a Morena.

El segundo, no ha habido un análisis real sobre el peso de los programas sociales y la veracidad de las respuestas en una encuesta. Y más cuando son telefónicas o robotizadas. Qué incentivo tiene un encuestado para meterse el pie y poner en riesgo un ingreso social por decir la verdad en una encuesta. Esto no es nuevo, ya sucedía con el PRI, particularmente cuando era gobierno. Las encuestas solían sobrerrepresentar al tricolor.

Por último, la gente ya comienza a hastiarse de las encuestas porque se entienden como meros instrumentos de propaganda. He tenido posibilidad de conversar con personas, educadas y con un buen bagaje cultural y educativo, y que ya pasan de cualquier encuesta. Más que informar al ciudadano sobre una elección, lo que intentan hacer es influir en el ánimo del electorado, propiciar la apatía y la resignación. Todo está escrito.

Más allá de lo que suceda el 2 de junio, medios de comunicación, periodistas y analistas políticos debemos reflexionar sobre el uso y abuso de las encuestas. Se habla más de ellas que de seguridad, economía o combate a la corrupción. Parece que explican todo cuando es muy fácil sesgarlas, incluso desde la elaboración del cuestionario. Y estoy seguro que el 2 de junio nos daremos cuenta que fue una estrategia, planeada y orquestada desde Morena, para acabar el partido antes que el árbitro pitara el inicio del juego. 


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Enrique Toussaint
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