El votante jalisciense volvió a demostrar que es el más sofisticado del país. El 13 de enero de este año escribí el texto: Así votamos los jaliscienses. Definí a Jalisco como el oasis del voto dividido, cruzado o diferenciado, dígale como guste. Otra vez: Movimiento Ciudadano es la primera fuerza política, pero desprovisto de fuerza federal y con una marcada debilidad parlamentaria. Morena es la segunda fuerza, pero sin tocar poder en gobiernos relevantes. El PAN resurge, pero con más fuerza federal que local. El PRI obtiene buenos resultados nacionales, pero es marginal en el estado. El resto: desaparecen o se subsumen en otras siglas políticas (Futuro, Hagamos, PT, PVEM).
El resultado electoral prefigura un nuevo sistema de partidos. Dos polos que atraen 85-90% del voto -MC y Morena- y un tercero -PAN, PRI- que se mantendrán unidos si son determinantes en la configuración de mayorías. El bipartidismo jalisciense, del que hemos escrito en estas páginas, terminó de devorarse todo lo que había a sus costados. Morena no se alió con Futuro y Hagamos…se engulló a ambos. Los dos partidos locales pierden registro y se convierten en auténticos satélites guindas. Pedro Kumamoto, la cara más visible de lo que fue Futuro, seguramente emprenderá camino a la Ciudad de México y se integrará al equipo de Claudia Sheinbaum. Por lo tanto, Futuro dejará de existir formal y simbólicamente.
Con Hagamos, la coalición es entre la Universidad de Guadalajara y el proyecto de Sheinbaum. El rector Ricardo Villanueva no escondió su alianza con la candidata presidencial de Morena. No sabemos si en Jalisco podrá ampliar su política de alianzas, pero la realidad es que el destino del grupo político de la UdeG está atado a Morena al menos hasta 2027. Por lo tanto, Morena tiene buenas posibilidades de mantener un bloque de oposición a Pablo Lemus los próximos tres años.
En el caso del Frente, PAN y PRI tienen incentivos para mantenerse cohesionados en el Congreso. Veremos cómo acaba la aritmética parlamentaria, pero es posible que los ocho diputados de ambos partidos sean la clave para aprobar presupuestos y nombramientos. Al igual que en las últimas dos legislaturas, el PAN buscará acuerdos de legislatura con MC. La diferencia es el PRI, que sale de la irrelevancia y por la precariedad de los números del partido gobernante tiene un peso que no tuvo desde la última legislatura del sexenio de Aristóteles Sandoval. Los resultados de Laura Haro como candidata estatal fueron mucho mejores que aquellos que pronosticaban las encuestas.

Movimiento Ciudadano se encuentra en un momento de definición estratégica. Luego de los malos resultados de la apuesta de Dante Delgado y la deliberada intención de desvanecer la fuerza del grupo Jalisco, el camino se bifurca. Como lo escribió el maestro Albert O Hirschman en una organización existen tres formas de interacción: voz (intentar cambiarla), lealtad (quedarte, aunque no estés de acuerdo) o salida (dejar el proyecto). El proyecto de Jalisco de Movimiento Ciudadano se mueve entre la voz y la salida. Intentar reformar el proyecto de MC, pero si no hay apertura de Dante Delgado, el rompimiento es más que probable.
Esta reconfiguración arroja una situación política muy compleja. Pablo Lemus como gobernador electo se enfrenta a un desafío que no había tenido antes. Ni como alcalde de Guadalajara ni como alcalde de Zapopan tuvo que enfrentarse a aritméticas políticas tan complejas. Ahora necesita del PAN, del PRI y tal vez de algún otro partido de la chiquillada. En este sentido, Lemus debe aprender de los errores del gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien ante la adversidad numérica en el Congreso, optó por la antipolítica. No construyó acuerdos y su resultado no puede ser peor. No sólo no rentabilizó su discurso contra el PRIAN, sino que les dio el control de Nuevo León. Luego de tres años en el Gobierno, los neoleoneses castigaron la frivolidad del gobernador y sepultaron su trayectoria política. La reunión de Lemus con el dirigente estatal del PAN, Juan Pablo Colín, es un primer mensaje: Jalisco sólo podrá gobernarse desde la política y los acuerdos.
La política es el arte de gestionar lo incierto. Alfaro es y ha sido un gobernador que polariza, pero logró gestionar la fragmentación en el Congreso. Con el PAN entre 2018 y 2021, y con prácticamente todos los partidos -menos Hagamos- en la segunda parte del sexenio. Lemus deberá elegir con cuidado a sus operadores en el Congreso y priorizar los acuerdos antes que la mercadotecnia. El incentivo de la oposición con una presidente poderosa es mantenerse unida. Es posible que Lemus enfrente la oposición más feroz desde que hay democracia. Sólo la política, el acuerdo y los consensos, puede desactivarla.