En estos tiempos de Inteligencia Artificial, hay algo que espero que nunca sea artificial: La Amistad.
El mundo es testigo de una carrera interesantísima, por un lado, los avances tecnológicos, eficientes y eficaces, pero fríos y distantes, en contra de la cálida humanidad que representa afectos, lealtades y empatía, poco a poco menos numerosos y que sin embargo, funcionan sin más combustible que el afecto.
La capacidad de almacenar datos de los dispositivos electrónicos es majestuosa, pero son solo eso: Datos.
Números aquí, balances allá… me reportas ganancia económica y numérica, entonces vales la pena.
La memoria del ser humano tiene una mayor capacidad de almacenamiento, todavía, pero tiene algo mejor que la IA: Es selectiva por sí misma, y guarda aquellas cosas en las que según las máquinas, perdemos tiempo.
Cierto, perdemos tiempo tecnológico, pero ganamos vida.
En esa memoria humana y selectiva, prefiero guardar los recuerdos de amigos que no dudaron en tender la mano, en meter el hombro, en multiplicar la resistencia ante los embates…
La matemática simple no puede explicar cómo es que un amigo vale más que mil hombres sin lealtad.
En la fría contabilidad tecnológica, 500 acompañantes sin lealtad debieran ser mucho mejor de compañía que un solo amigo.
Pero no es así… por fortuna.
Un solo amigo, uno de verdad, vale más que mil… que cien mil… un solo amigo es capaz de ser el aliado más valioso en tiempos de tormenta; puede ser mejor que una multitud que te alienta sin tener la mínima idea de la lucha que en tu interior se libra.
Mi memoria es humana, y por lo tanto, es selectiva… doy gracias a Dios por ello.
Esa memoria me recuerda lo que un buen amigo hace, hizo por mí en momentos en que pudo esconderse como la prudencia manda.
Eso jamás se olvida, porque nadie en su sano juicio dejaría de apreciar las acciones de un amigo.
Mi memoria es compromiso, y me asegura que también estaré ahí, listo siempre ante el llamado o dispuesto a corresponder al llamado o a la necesidad de mis amigos.
De eso se trata la Amistad… de valorar y tener esa certeza de que lo que no puede pagarse con dinero, se paga con lealtad, lealtad sincera.
En tiempos de Inteligencia Artificial, aprecio la facultad de sentirme humano y aquilatar el valor de la gratitud.
Eso nos hace distintos…
Gracias amigos, gracias amigo.
