Que además de evitar caer en tentación proselitista, las y los presidentes municipales mexiquenses claramente tienen otro reto nada fácil: el de la seguridad pública. Ahí, si cumplen, incluso pueden matar dos pájaros de un tiro, pues son actividades que “brincan” la consabida veda que viene con cada elección.
Pero una condición ineludible para sus beneficios políticos es que tengan buenos resultados, y para ello deberán aprovechar al máximo los recursos disponibles y que estos no “se queden en el camino”.
Que a propósito de ello, destaca la cifra de que este año los municipios recibirán 64 mil 601.2 millones de pesos de participaciones federales y estatales, aportaciones, recursos para seguridad y fortalecimiento municipal, es decir, algo así como 176.9 millones de pesos al día, además de sus ingresos propios por impuestos, licencias, etcétera. ¿Los dineros seguirán siendo pretexto para el desastre que a ese nivel gubernamental existe en las corporaciones?
Que hablando de vedas, precisamente con los procesos electorales federal y estatal, no sólo dejarán de operar los programas sociales en el Estado de México, sino que también los gobiernos deberán suspender la propaganda oficial 38 días antes de la elección para no influir en la decisión que puedan tomar 12.9 millones de mexiquenses que podrán votar para la presidencia de México, el Congreso de la Unión, la Legislatura mexiquense y los 125 ayuntamientos.
Que ya entrados en temas político-electorales, pronto concluirá el plazo para que los partidos decidan si van o no en alianza o candidaturas comunes, y en qué lugares, para las elecciones locales. La presión ya arrecia, el reloj es un factor en contra en un proceso que se torna complejo sobre todo para el bando PAN-PRI, escenario que prevalecería si el PRD se sigue empecinando en ir solo.
Caso especial puede ser el papel de Movimiento Ciudadano, que ya se frotaba las manos con el “arrastre” de votos que la presidencial dejaría en el estado, y ahora las huestes de Dante Delgado, administradas por Juan Zepeda, están urgidas de una estrategia estatal en la que ni consideraban necesario pensar.