En marzo el gobierno llamó a la población a la calma, alegó que “aquí no pasaría nada grave, porque México tiene grandes reservas morales”; peor aún, el Presidente nos instó hace ocho días a salir a la calle, sudó repegándose al “pueblo bueno” (sus “mascotas”), restregó su cara con las de criaturas, sacó estampitas y amuletos, fanfarrón se pasó entre las piernas al ¿sub?secretario de Salud que pedía no saludarnos de mano, y demencialmente dijo que la pandemia nos haría “lo que el viento a Juárez”.
Como millones de mexicanos no somos estúpidos, admirando a los que se arriesgan para salvar vidas, iniciamos la cuarentena; y algunos gobiernos estatales y municipales dictaron medidas de contención.
¡Milagro!, una neurona intervino y todo cambió: el ¿sub?secretario apareció recio, contundente y casi amenazante, diciéndonos: “ésta es LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD para enfrentar la grave crisis”; y el Padre Bondadoso y Sabio se olvidó del viento y de Juárez, y ahora nos pide guardarnos en casa. Pues si es LA ÚLTIMA oportunidad, ¿quién responde por haber perdido las anteriores?; yo encaro al Presidente por las muertes que vendrán y eran evitables. Padecemos un gobierno inepto, corrupto y criminal.
Y en la economía, frente a la terrible recesión mundial que apenas comienza, otros jefes de Estado toman medidas de emergencia; el de aquí, a diario pierde credibilidad y confianza en los mercados nacionales y extranjeros, propicia menos inversión, más fuga de capitales, mayor desempleo y pobreza. En esta tragedia sufren y sufrirán “primero los pobres”. Nuevamente las calificadoras internacionales castigaron a México, y su deuda soberana se encareció en miles de millones de dólares.
Un caso reciente lo dice todo: el atraco que con una “encuesta” arbitraria canceló la construcción de una empresa cervecera en Baja California, que contaba con todos los trámites, permisos y autorizaciones de ley, con un avance de 70 por ciento de obra, y con más de 900 millones de dólares invertidos.
Desconozco si tal inversión fuera o no dañina para los agricultores bajacalifornianos, lo que sé es que en un estado de derecho esa decisión estaría a cargo de los jueces, con peritajes de por medio; jamás simulando una “consulta pública” —sin base ni procedimiento legales— en la que 97 por ciento de los ciudadanos NO participó, y el 3 restante materializó el deseo presidencial: QUE EL MUNDO SEPA QUIÉN MANDA AQUÍ Y QUIÉN ES LA LEY.
Al ser yanqui la cervecera, Trump puede humillarnos anulando la estafa; de mantenerse, México seguirá en caída y nos costará a todos los mexicanos indemnizar, por DAÑOS a la empresa, con 36 mil millones de pesos, y otros tantos por PERJUICIOS. Eso equivale a 15, 20 o más aviones presidenciales de los que “no tiene ni Obama”.
¡Enfrentamos dos tragedias! Es grande el desafío.